La semana posterior a la cita fue un completo desastre.
Creo que ambos pensamos que podríamos llevar la situación a flote después de lo que pasó entre nosotros, como si nada.
Pero no fue así.
Y la primera bofetada me la llevé yo, cuando intenté ser amable desde el primer día tras lo sucedido, y lo único que recibí por su parte fue incomprensión.
Me miraba, pero cuando le iba a decir algo se iba. Apenas me daba instrucciones de trabajo y después desaparecía.
Era como si ahora fuese incapaz de mirarme a la cara.
¿A dónde había ido la cordialidad y la calidez con la que me trató el día posterior a la cena?
No entendía nada.
Aquellos largos tiempos que antes estaban ocupados con nuestras conversaciones, volvían a ser víctimas de un vacío inmenso, tan solo rebosantes de un silencio incómodo.
Pero había algo más.
Era como si, cuando el vacío estaba a punto de ser reemplazado por el diálogo, necesitado de salir al exterior y expresar lo que sentía, se arrepintiese en el último momento y diese marcha atrás. Y eso, lo único que conseguía, era que estuviese pensando en el mismo tema una y otra vez.
Satoru.
Sentía que había conseguido algo, pero que a la vez faltaba. Las cosas estaban bien, como siempre, pero a la vez no.
Pero por aquel entonces solo pensaba en que era un gilipollas.
Durante aquellos siete días, Gojo apenas me dirigió la palabra, y se veía cansado. Se irritaba fácilmente con todo, cabreaba a los demás y sentía sus miradas penetrantes acuchillar mi nuca.
Pero, cuando iba a devolverle la mirada, él ya la había apartado.
Y siempre, justo después de eso, suspiraba.
Aquello siempre conseguía confundirme más.
Además, ahora apenas coincidíamos en las clases, porque a mí me concedieron la tutoría de segundo curso, y a Gojo la de primero.
Eso hizo que se alejase aún más.
Pero sus expresiones cansadas no quitaban su impecable atractivo. Hoy, por ejemplo, se veía mejor que nunca; traía puestas sus míticas gafas de sol redondas, recogiendo parte de los mechones blanquecinos que caían por su frente al estar usándolas a modo de diadema, en lo alto de su cabeza. Sus manos estaban escondidas en sus bolsillos y su costado izquierdo estaba recostado en el marco de la puerta, cruzando una pierna por delante de la otra mientras conversaba con Shoko.
"¡Qué ganas de ponérmelo todo más difícil!"
En aquel momento, Gojo terminó de hablar con la castaña. Esta desapareció de la sala, dejándome a mí a solas con el albino.
Lo miré por el rabillo del ojo, aún con la cabeza mirando hacia la ventana. Pude observar cómo cerró la puerta tras de sí y, tras respirar hondo, echó a andar hasta estar prácticamente a mi lado.
-¿Cómo estás?
El motivo por el que me encontraba sentada en una butaca de la enfermería, era porque sufrí un repentino ataque de mi propia energía maldita y me desmayé. Llevaba ya un tiempo sin lidiar con este tipo de problemas; desde que ingresé como instructora en la escuela, para ser exactos.
"Y desde que mi relación con Satoru progresó."
Dejé de observar a los pájaros a través de la ventana y me encontré de bruces con el rostro de Gojo. Joder, era perfecto. Su cara, verdaderamente, era la más hermosa que había visto en mi vida.
ESTÁS LEYENDO
IMÁN DE CAOS ☯~Gojo x tú~☯
FanficTodo iba muy bien mientras estudiabas en Jujutsu; tenías muchos amigos, e incluso puede que te gustase cierto chico albino... Un día, la vida decidió ponerse en tu contra. Te echaron de Jujutsu Kaisen y tu poder se desbocó; en ocasiones, actuabas so...