Hacía mucho tiempo que la Luna no brillaba tanto. Era como si, poco a poco, hubiese ido recargando su fuerza hasta llegar aquel día, que resplandecía como la que más.
Iba caminando por el bosque cercano a la escuela con los de segundo curso. Tendríamos una misión nocturna para exorcizar una maldición.
Pero había algo que me llevaba preocupando durante varios días, y no era ningún mal bicho.
Era yo misma.
Desde aquella pequeña discusión con Satoru, el mínimo contacto que existía entonces desapareció. Sus últimas palabras se escuchaban una y otra vez cada noche antes de que pudiese dormir.
Y ninguno de los dos había hecho nada por remediar la situación.
Pero su ausencia generaba un efecto aún peor; el resurgimiento de mi maldición en mi ser. La sensación de mis neuronas agitando mi mente, tratando de estrujar mis sesos hasta que gritase que no podía más.
El descontrol se volvía a acercar.
—¿Hojuelas de bonito seco?
—No te preocupes, Inumaki —respondí—. Tan solo tengo jaqueca. Gracias.
—Salmón.
Sabía perfectamente que no era una jaqueca cualquiera; estaba aguantando demasiado, reteniendo mis impulsos para no lastimar a aquellas almas útiles en el mundo.
Acumulando el daño dentro de mí.
Había perdido ya la cuenta de los días; apenas podía pensar con claridad, y las extremidades comenzaban a manifestar temblores.
Llegamos frente a la cueva en la que se encontraba nuestro objetivo, escarpada en la roca e invisible para el ojo humano a simple vista.
—¿Estáis preparados? —Les pregunté.
Los tres respondieron afirmando.
De repente, sentí como si pequeñas púas malditas estuviesen acechando el interior de mi piel, causando una extraña sensación punzante por todo mi cuerpo.
Era evidente que se avecinaba un gran descontrol de mi maleficio.
Sin embargo, no estaba segura de a quién afectaría más; a mí, o a las posibles víctimas de mis alumnos.
En caso de que la segunda opción fuese la correcta, decidí mantenerme un rato a cierta distancia de ellos, hasta que consiguiese calmar la tensión venenosa.
—Chicos, id adentrándoos vosotros.
Maki, Panda e Inumaki se adelantaron, cumpliendo mi ordenanza.
Pero nada más desaparecieron de mi vista, el dolor se afiló de manera alarmante, hasta comenzar a sentir pinchazos en todo mi cuerpo. Agujas de maldición venenosa.
Mi propio cuerpo me había tendido una emboscada. La sensación maldita creció de una manera abismal, hasta que lo único que era capaz de denotar en mí era maldición pura.
—¡Demonios!
Oí pisadas apresuradas acercarse a mí. Al momento, llegaron los estudiantes de segundo, alertados por mis quejidos y gritos ahogados de dolor.
—¡Maestra Takara! —Exclamó Maki desde cierta distancia.
—¿Llamamos al maestro Gojo? —Preguntó Panda.
El sentido de la razón quería gritar por mí que sí; pero el genio venenoso, quien lo aborrecía, tenía otros planes.
La energía descendió rápidamente hasta mis entrañas, haciéndome caer de rodillas. Ocupada en resistir ante la maldición, los pensamientos acerca de Satoru se desvanecieron por sí solos de mi mente.
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IMÁN DE CAOS ☯~Gojo x tú~☯
FanfictionTodo iba muy bien mientras estudiabas en Jujutsu; tenías muchos amigos, e incluso puede que te gustase cierto chico albino... Un día, la vida decidió ponerse en tu contra. Te echaron de Jujutsu Kaisen y tu poder se desbocó; en ocasiones, actuabas so...