3. Primera visita

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BECKY

Los Ángeles, 8:30 am

"Todos tenemos secretos. El mundo está envuelto en misterios, en cosas que no conocemos, en verdades que permanecen ocultas bajo una superficie engañosa. La realidad es solo una ilusión, una máscara que oculta lo que verdaderamente somos. Las batallas que libramos no son externas, sino internas; entre lo que debemos ser y lo que realmente somos... mientras la vida sigue su curso, implacable, sin permitir que nada nos estorbe."

Pasaje del libro "Pasión Mortal"

:- Cariño - dijo mi madre, interrumpiendo mi lectura.

:- Sí, mamá - respondí sin apartar la vista de mi libro.

:- El desayuno está listo. Tu padre y yo queremos hablar contigo - dijo mi madre, con un tono que intentaba ser casual, pero en el que se percibía una inquietud latente.

:- Bajaré en un minuto, mamá - dije, esperando que se retirara.

Escuché el sonido de la puerta cerrarse suavemente mientras ella salía de mi habitación. Terminé de leer tranquilamente el capítulo tres de mi nuevo libro favorito, "Pasión Mortal," disfrutando de cada palabra como un veneno dulce que se esparcía lentamente por mis venas. Coloqué el libro sobre mi mesa de lectura, asegurándome de no dejar ninguna página fuera de lugar, y me dirigí hacia la puerta.

Bajé las escaleras con calma, cada paso resonando en la casa silenciosa, sintiendo el peso de la conversación que se avecinaba. Mis padres ya estaban en el comedor, sentados a la mesa, esperándome con una expresión que hablaba de preocupación y algo más... algo que reconocía fácilmente.

Temor.

Con solo ver sus caras, sabía cuál sería la conversación de esta mañana. Sabía que, como siempre, intentarían acercarse a mí, entenderme, pero sus esfuerzos siempre chocaban contra una barrera impenetrable, una que yo misma había construido. No era una barrera de palabras, sino de actos.

De recuerdos.

Mi madre lloraba porque ver a su hija atada, incapaz de moverse, atrapada en su propia desesperación, la destruía por dentro. No entendía por qué había llegado a eso, por qué su "pequeña" había sido capaz de matar a dos enfermeros solo porque no quería comer. Pero para mí, no era cuestión de locura, sino de control. No permitiría que nadie me obligara a hacer algo en contra de mi voluntad, y mucho menos ellos, esos "profesionales" que pensaban que podían domarme.

Ellos no entendían que mi ira no era una enfermedad. Lo que me dominaba era algo más profundo, algo oscuro que siempre había estado ahí. Pero nadie quería verlo así. Para mis padres, yo estaba enferma; para los doctores, era peligrosa. Nadie se atrevía a acercarse sin precaución. Esa camisa de fuerza y esas restricciones no eran para protegerme a mí, sino para protegerlos a ellos de lo que yo podía hacer.

Cada vez que mi madre me miraba así, rota, con sus lágrimas silenciosas y su expresión de desesperanza, algo en mí también se quebraba, aunque no como ellos esperaban. Mi dolor no se traducía en arrepentimiento, sino en una furia que solo crecía con el tiempo. Y esa furia, esa necesidad de hacer desaparecer todo aquello que me hacía sentir vulnerable, era lo que me daba fuerza para seguir adelante. Sabía que no pertenecía a ese lugar, y menos a la vida "normal" que ellos intentaban desesperadamente ofrecerme.

Al final, ellos decidieron que era mejor para todos sacarme de ahí. Pero el daño ya estaba hecho. Yo había cambiado, y mis padres lo sabían. El miedo brillaba en sus ojos cada vez que se cruzaban con los míos, aunque intentaran ocultarlo. La promesa de mi madre de nunca volver a encerrarme en un hospital solo reforzó mi convicción de que tenía el control.

PASIÓN MORTAL || FREENBECKY (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora