PASIÓN MORTAL || FREENBECKY (G!P)

5. El Encanto de lo Desconocido

FREEN

Las luces rojas y azules de las patrullas parpadeaban intermitentes, proyectando sombras amenazantes en las paredes de la casa que teníamos rodeada. El ruido de las sirenas y el bullicio de los oficiales creaban una atmósfera cargada de tensión. Podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, cada latido me recordaba lo real y peligroso que era nuestro trabajo.

Tom y yo nos encontrábamos agachados detrás de una de las patrullas, listos para entrar. Mi mano se tensó alrededor del mango de mi arma mientras esperaba la señal. No importaba cuántas veces hubiera hecho esto, la adrenalina siempre corría por mis venas, recordándome que cada segundo contaba.

:- ¿Lista para esto, Freen? - preguntó Tom, con una chispa de desafío en sus ojos.

Asentí, sin apartar la vista de la casa.

:- Siempre estoy lista- dije

Finalmente, el jefe dio la señal. Nos levantamos rápidamente y nos dirigimos hacia la entrada principal. Pateé la puerta con toda la fuerza que pude reunir. La puerta se abrió de golpe, y el sonido resonó por toda la casa. Entramos con las armas en alto, revisando cada esquina.

:- ¡Policía! ¡Sal con las manos en alto! - gritó Tom, avanzando con cuidado.

La casa estaba desordenada, como si hubiera pasado un tornado. El sonido de algo cayendo en la parte trasera nos hizo detenernos por un segundo. Intercambié una mirada con Tom antes de dar un leve asentimiento.

:- Voy a la derecha, tú ve a la izquierda - le dije en un susurro, manteniéndome alerta.

Nos movimos en perfecta sincronía hacia el sonido. Mis sentidos estaban en alerta máxima; podía escuchar mi propia respiración y sentir el peso de mi arma en la mano. Cuando llegamos a la puerta trasera, la encontramos abierta y escuchamos los pasos rápidos del ladrón huyendo.

:- ¡Está escapando! - gritó Tom detrás de mí.

Sin pensarlo dos veces, guardé mi arma en la funda de mi espalda y salí disparada tras el ladrón. Mis piernas se movían como un resorte, impulsándome hacia adelante con cada zancada. Podía sentir el viento en mi cara y el latido frenético de mi corazón.

:- ¡Detente o disparo! - grité, intentando que mi voz se oyera sobre el ruido de la persecución.

El ladrón no mostró señales de detenerse. Aceleré mi paso, esquivando obstáculos y saltando sobre cajas abandonadas en el callejón. No podía dejar que se escapara.

Finalmente, lo alcancé en un callejón sin salida. El ladrón se giró bruscamente hacia mí, lanzando un golpe desesperado. Mis reflejos se activaron, y me agaché justo a tiempo para evitar el puñetazo. Sin pensarlo, contraataqué con un golpe directo a su mandíbula. Sentí el impacto reverberar por mi brazo mientras él caía hacia atrás, tambaleándose.

:- ¡Imbécil! - gruñí, empujándolo contra el suelo con fuerza. Mis manos se movieron rápidamente, sacando las esposas y asegurándolas alrededor de sus muñecas con un clic satisfactorio.

El ladrón intentó resistirse, pero lo mantuve firmemente en el suelo. Lo levanté de un tirón, ignorando sus quejas, y lo arrastré hacia la patrulla. Su resistencia era inútil; sabía que lo tenía.

Cuando llegamos al coche, lo tiré dentro sin ceremonia, dejándolo caer en el asiento trasero como si fuera un saco de papas. Se quejó al golpearse con el asiento, pero no me importó. Este era su destino, y yo solo era el medio para llevarlo ahí.

:- ¡Esto no ha terminado! - gritó, intentando mantener algo de dignidad.

:- Para ti sí lo está - le respondí, cerrando la puerta de un golpe. Me giré hacia Tom, que finalmente había llegado al callejón.