BECKYLas voces regresaron como un torrente oscuro, arrastrándome al pasado, a esos días malditos cuando tenía 13 años. Estaba de nuevo en ese lugar, el hospital psiquiátrico, con sus paredes blancas, frías y demasiado brillantes. La luz fluorescente siempre me hacía sentir como si estuviera bajo un microscopio, siendo examinada, como si todos estuvieran esperando el momento en que me quebrara por completo.
Recuerdo los gritos de los otros pacientes. Algunos gemían en silencio, otros gritaban hasta quedarse sin voz. Pero siempre había algo en el ambiente, como una electricidad constante que te mantenía en alerta. Las voces en mi cabeza nunca paraban. Al principio eran susurros, pero pronto se transformaron en gritos.
"No perteneces aquí"
"Ellos son los locos, no tú"
Pero, ¿cómo saberlo cuando te inyectan cosas que te hacen sentir como si flotaras fuera de tu cuerpo?
Las agujas eran lo peor. Venían con sus uniformes blancos, con sonrisas frías, como si lo que hacían fuera por mi bien. Cada vez que veía esas jeringas, algo dentro de mí se agitaba. Era como si el mero hecho de verlas me recordara lo pequeña e indefensa que era en ese lugar. Me pinchaban una y otra vez, y aunque mi cuerpo quedaba inerte, mi mente seguía luchando. Las voces, siempre las voces, me decían que debía hacer algo, que no podía dejar que siguieran controlándome.
Los otros pacientes eran como sombras, pero a veces escuchaba susurros entre ellos. Algunos me miraban de manera extraña, como si supieran algo que yo no.
Y en la escuela, antes de todo esto, los malditos niños... esos bastardos. Me llamaban loca. Me empujaban, me hacían tropezar, se reían de mí en el patio.
Yo trataba de ignorarlos, pero las voces siempre me decían que no podía.
"Hazles daño"
"Demuestra que no eres débil".
El día que perdí el control fue el día en que descubrí lo que realmente podía hacer. Estaba cansada de ser la víctima, cansada de las inyecciones, de los doctores, de los otros pacientes que me observaban como si supieran mi destino. Ese día no me importó nada. Las voces gritaron más fuerte que nunca, y simplemente actué. Los enfermeros no lo vieron venir. El primero cayó rápido, con un corte limpio en el cuello. El otro intentó detenerme, pero para entonces ya había dejado de pensar. Las voces tomaron el control, y yo solo seguí sus órdenes.
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.El sonido de algo rompiéndose me sacó del recuerdo. Había lanzado mi teléfono contra la pared. Mi respiración era agitada, y todo en mi cabeza giraba. Cerré los ojos, tratando de sacudir el eco de las voces. Me encontré de nuevo en mi habitación, sola, rodeada de las sombras del pasado.
:- Recuerdos de mierda - murmuré, apretando los puños con rabia.
Me dejé caer en la silla frente al computador, buscando una distracción, algo que me sacara de esa pesadilla. Busqué la dirección de Madelyn, mis dedos moviéndose rápidamente sobre el teclado. No tardé en encontrar su cuenta de Instagram. Pasé por sus fotos sin pensar demasiado, pero entonces una imagen detuvo mi pulso.
Ahí estaba Freen, sonriendo junto a Madelyn, felices, cercanas.
:- Maldita perra suertuda... - mascullé, sintiendo el calor de la ira subir por mi garganta.
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PASIÓN MORTAL || FREENBECKY (G!P)
RandomBecky Armstrong es la imagen de la dulzura y la inocencia, trabajando en la biblioteca de su padre, pero esconde un oscuro secreto del que del que nadie sospecha. Freen Sarocha, una agente del FBI, ha dedicado su vida a atrapar criminales, y el caso...