Capítulo 19

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Heron

La miro, está muy nerviosa; no, mejor dicho... muerta de miedo.

Sus ojos reflejan la ansiedad que está sintiendo en estos instantes, sin mencionar la velocidad con la que bombea su corazón dentro de su pecho.

Mi agarre en su muñeca es fuerte y fijo, tanto que decido bajar un poco la fuerza y la presión que hago sobre ella para no hacerle daño.

Tomo una pequeña bocanada de aire antes de decirle lo que quería expresarle en estos momentos.

No es algo fácil para mí, pero dadas las circunstancias en las que estábamos, y todo lo que había visto... era importante que le dejara saber esto.

—Katrina... —Sus ojos se abren aún más al verme abrir la boca y decir las primeras palabras.

Ella en total y completo silencio.

—No quiero que le hables a nadie de mis cicatrices. —Digo y veo cómo la expresión en su rostro se vuelve más normal y neutral.

Su ritmo cardíaco disminuye un poco tras escuchar aquello.

—¿Tus cicatrices? —Su voz es temblorosa, por lo que suelto el agarre de su mano.

Creo que la asusté demasiado, aunque no haya sido del todo mi intención.

—Sí, es algo de mi vida pasada sobre lo cual no estoy listo para hablar. —Me alejo de ella y procedo a ponerme de pie.

Ella toma el kit de primeros auxilios y también se pone de pie.

—Bueno, no diré nada. No tengo por qué hacerlo. —Sonríe de medio lado. —Solo me alegra que hayas confiado en mí para sanarte la herida a pesar de que no querías que supiera de tus cicatrices. —Se queda callada por unos instantes.

Yo no digo nada.

Por lo que el silencio se apodera rápidamente de ambos, y una sensación de intranquilidad me abarca el cuerpo.

—Deberías regresar con los demás, ya es tarde. —Digo, tratando de romper el hielo que nos arropa.

—Sí... ya es hora de volver. Aunque tú también eres bienvenido. No tienes que pasar toda la noche fuera de la casa por ti solo. —Camina hacia el borde del techo y me mira por sobre su hombro; simpática.

—Voy dentro de un rato. —Asiento sin muchas ganas en verdad. —Adelántate.

Katrina me mira por última vez, sonríe con los labios cerrados y salta del tejado.

Yo me tomo un momento para luego subir las manos a mi cabeza y pasarlas por dentro de mi cabello; despeinándolo.

¿Qué había pasado?

Nunca le había permitido a nadie conocer mis cicatrices... verlas de tan cerca.

Las cicatrices en mi espalda eran un tema muy difícil para mí de abordar, por lo que prefería simplemente olvidar que existían y tratar de seguir adelante sin que ese recuerdo amargo me viniera a la mente.

Katrina, de algún modo, me había hecho sentir cómodo con su presencia, tanto como para dejarla curarme aquella herida justo en la espalda.

Tomando un suspiro, y sintiéndome un tanto idiota por haberla dejado acercarse tanto, salto del tejado y caigo abajo en un instante.

Pienso por un momento en si debería entrar, pero, tal cual había dicho la loba, necesitábamos estar todos juntos en esto, ya que al fin y al cabo era un plan que nos beneficiaba a todos.

Dos Mundos Wolfrahan © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora