Por siempre

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— ¿Hay algún problema? —preguntó el de blanco color sin entender la negativa reacción del can.

— Escucha, hay cosas que no te he dicho de mi y...bueno tiene que ver con Jack. No directamente, pero aún así tiene que ver con él —confesó con incomodidad al recordar tanto los buenos, como los malos momentos que vivió con sus denominados "ex-amigos".

— ¿Y qué esperas? Escúpelo ya y deja el suspenso —ordenó el tigre albino esperando a escuchar con interés el infierno que vivió recientemente el pobre lobo a su lado.

— Prepárate porque se viene fuerte —advirtió con cierta burla hacia los problemas que tuvo. Quizá una de las formas en las que trata de superar lo traumatico que fue su experiencia de años atrás.

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En otro lugar...
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— Marck, ya levántate amor. Llevas todo el día en la cama, porfavor, me preocupas —pedía una tigresa sentada frente al nombrado mientras que con suave voz, pedía a su ahora esposo y padre de su cachorro.

—...No quiero...no tengo energías para...para nada—dándole la espalda a su esposa respondió con cansancio y pesadez en todo su ser.

Era de suponerse que un virus entro a su sistema y estaba haciendo de las suyas dentro de él, pero no era así.

El pobre, estaba enfermo de mente más no de cuerpo.

Depresión.

— Esta bién, pero recuerda que estoy para tí mi amor. No me ire de tu lado  —suspiró rendida la fémina antes de ponerse de pie y salir de la habitación para dejar descansar a su marido, pensando que pronto se recuperaría.

Y para apoyar a su recuperación dejó un tierno beso en su frente acompañado de una dulce caricia en la mejilla del contrario, sin recibir respuesta a cambio.
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Volviendo a casa de Dylan.
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— y eso sucedió...—concluyó su larga historia en una sonrisa extraña. Una sonrisa hecha a partir de la mezcla de melancolía, miedo y felicidad.

El contrario acompañante solo pudo beber de su cerveza enlatada con la sorpresa impresa en su rostro con total sinceridad, en una expresión de ojos bien abiertos y cejas levantadas. Una cara de no creer.

Y es de suponer que todos pondríamos esa cara, porfavor, ¿a quién demonios le pasan esas cosas?.

— Déjame ver si entendí —pidió amablemente, tratando de entender la situación por la que el desdichado enfrente suyo tuvo que pasar, y aún así, con ese peso del pasado en su espalda el lobo trataba sonreir y disfrutar del momento. Como si contara una anécdota. Una asquerosa y retorcida anécdota. 

Se tomó su tiempo para poder ordenar todo lo que quería decir hasta que tuvo la certeza de hablar.

— Haber, tenías un grupo de amigos con los que te llevabas de maravilla, hasta que un día te secuestró un grupo de criminales y te usaron como su puta. Luego te enteraste de que dejaron de buscarte meses después, y que tu ex fue el primero en rendirse y casarse con una cualquiera...y para rematar quien te dijo todo eso fue el que te secuestró. ¿Cierto?. —preguntó al final para asegurar que todo estuviera en orden y bien entendido por su parte.

El can solo asintió sonriendo al ver el rostro de incredulidad y confusión de su amigo, a quién obviamente, le costaba digerir todo lo contado.

— Sí, eso pasó...y bueno, aquí estoy. Vivito y coleando —afirmó comiendo un poco de los fideos con vegetales y carne que ordenaron con una sonrisa un tanto triste.

¡Lo daria todo por ti!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora