𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀 𝟏

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𝐔𝐍 𝐑𝐄𝐆𝐀𝐋𝐎 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐂𝐈𝐀𝐋

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Aitana

El aire frío de invierno acariciaba suavemente mi rostro mientras caminábamos de la mano por las calles del Barrio Gótico en Barcelona. Las luces navideñas brillaban sobre nuestras cabezas, relajándose en los adoquines mojados y añadiendo un toque mágico a la noche. Cada rincón de la ciudad parecía estar envuelto en un aura especial, y aunque siempre había amado esta época del año, hoy sentía algo diferente en el aire. Algo que hacía que mi corazón latiera un poco más rápido, algo que me llenaba de una emoción cálida, a pesar del frío.

Observé a Violeta, que caminaba a mi lado, su rostro iluminado por las luces parpadeantes. Sus ojos brillaban con la misma curiosidad infantil que siempre la acompañaba. Ella amaba la Navidad, con sus luces, su música, y la alegría que traía. Y yo amaba verla así, feliz y relajada, disfrutando de las pequeñas cosas de la vida que ofrecía.

-Siempre me han gustado estas luces -comentó de repente, mirando hacia arriba, hacia las guirnaldas que colgaban entre los edificios antiguos. -Me recuerdan lo mágico que puede ser este tiempo del año.

Su voz me sacó de mis pensamientos, y no pude evitar sonreír.

-Lo es -respondí, apretando suavemente su mano. -Y este año es aún más especial.

Violeta me miró, un atisbo de sorpresa en sus ojos.

-¿Por qué lo dices?

No pude evitar dejar que una sonrisa traviesa se dibujara en mi rostro.

-Porque tengo una sorpresa para ti -dije, intentando mantener mi tono casual, aunque sabía que la intriga en sus ojos solo crecía.

-¿Una sorpresa? -repitió, levantando una ceja y dándome una mirada interrogativa. -¿Qué estás planeando, Bonmatí?

Me reí suavemente ante su tono sospechoso.

-Espera y verás -le respondí, con un guiño.

Continuamos caminando, y yo la guié a través de las calles, llevándonos al pequeño café que solíamos visitar. Era nuestro lugar especial, un refugio tranquilo en medio del bullicio de la ciudad. El café tenía un ambiente cálido, con muebles antiguos y una vista perfecta de la plaza iluminada. Al entrar, el familiar aroma del café recién hecho nos envolvió, y supe que este lugar era el lugar perfecto para lo que tenía planeado.

Nos dirigimos a nuestra mesa habitual en la esquina, pero esta vez había algo diferente esperándola. Sobre la mesa, un pequeño paquete envuelto en papel brillante descansaba, esperando ser descubierto.

-¿Es esto la sorpresa? -preguntó Violeta, señalando el paquete con un toque de emoción en su voz mientras se sentaba.

Asentí, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba un poco más.

-Ábrelo -le dije, deseando ver su reacción.

La observé con atención mientras deshacía el lazo y retiraba el papel con cuidado, revelando la caja de madera que había mandado a tallar especialmente para ella. Contuvo la respiración mientras la abría, revelando la carta que había escrito con tanto esmero. Sabía que esta carta sería diferente a todas las demás, no solo porque era un regalo, sino porque estaba llena de promesas para nuestro futuro.

Violeta tomó la carta con manos temblorosas, y pude ver cómo sus ojos recorrían las palabras que había escrito. Mientras la leía, su expresión cambió de sorpresa a emoción, y luego a algo más profundo, algo que solo nosotras dos compartíamos. Cuando terminó de leer, levantó la vista, y vi cómo sus ojos estaban llenos de lágrimas de alegría.

𝐓𝐑𝐀𝐙𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐏𝐄𝐋 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora