𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏

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𝐄𝐋 𝐄𝐍𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐑𝐎 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎

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Violeta

El fútbol siempre ha sido una parte esencial de mi vida. No solo por el deporte en sí, sino por la emoción y la comunidad que se formaba alrededor de cada partido. Cada fin de semana, esperaba con ansias los partidos del FC Barcelona femenino. Para mí, eran más que un equipo; eran una fuente de inspiración.

Esa tarde, llegué temprano al estadio Johan Cruyff, como siempre. Me gustaba encontrar mi asiento y sentir la energía del estadio llenándose de vida. Tenía mi camiseta azul claro, mi amuleto de la suerte, y una bufanda del Barça que ondeaba orgullosamente. Me senté en mi lugar habitual, cerca de la mitad del campo, donde podía ver cada jugadora con claridad.

El estadio comenzó a llenarse, y la anticipación en el aire era palpable. Cuando el equipo salió al campo, mi corazón latió más rápido. Entre todas las jugadoras, Aitana Bonmatí siempre había sido mi favorita. Admiraba su habilidad, su determinación y cómo siempre parecía darlo todo en cada partido.

Mientras observaba el calentamiento, no pude evitar sentir una conexión especial con Aitana. Claro, era una estrella del fútbol, pero había algo más. Algo en su forma de jugar, en su manera de moverse, que resonaba profundamente en mí.

-Vamos, chicas, hoy es nuestro día -le dije a mi amiga Laura, que estaba a mi lado -Estoy segura de que Aitana va a dar un espectáculo.

El partido comenzó, y mi emoción creció con cada minuto. Aplaudía y vitoreaba, tratando de transmitir mi energía al equipo. Cada vez que Aitana tocaba el balón, me encontraba animándola más fuerte.

-¡Vamos, Aitana! ¡Tú puedes! -gritaba, sin importarme si me escuchaba o no. Era como si, de alguna manera, pudiera sentir mi apoyo.

En un momento del partido, tuve la sensación de que nuestros ojos se encontraron. Fue solo un segundo, pero fue suficiente para hacerme sentir una chispa de conexión. Me dije a mí misma que debía estar imaginando cosas, pero el sentimiento persistió.

Después del partido, mientras nos dirigíamos a la salida, Laura me miró con una sonrisa.

-Violeta, creo que Aitana te ha notado hoy -dijo, dándome un codazo juguetón.

-¿Tú crees? -respondí, sintiendo un calor en mis mejillas -No lo sé, pero... sería increíble si fuera cierto

Esa noche, volví a casa con una mezcla de emociones. Sentía una alegría inexplicable y una esperanza nueva. Mientras me preparaba para dormir, no pude dejar de pensar en ese momento fugaz en que nuestros ojos se cruzaron. Me pregunté si Aitana había sentido lo mismo, si había algo más allá de ese encuentro en el estadio.

Me acurruqué en la cama, con una sonrisa en el rostro. El fútbol había sido una parte fundamental de mi vida, pero hoy, algo diferente había sucedido. Algo que me hacía sentir que este era solo el comienzo de una nueva y emocionante historia.

Aitana

La tarde estaba soleada y perfecta para el fútbol. Mientras me ataba los cordones de mis botas en el vestuario, mis compañeras y yo estábamos concentradas, cada una inmersa en su ritual prepartido. Para mí, el fútbol siempre había sido más que un deporte. Era mi vida, mi pasión, el motor que me impulsaba a mejorar día tras día. Había trabajado incansablemente para estar donde estaba, y cada partido era una oportunidad para demostrarlo.

Salimos al campo. El estadio Johan Cruyff estaba lleno de vida. Los cánticos de los aficionados resonaban en mis oídos, dándome una energía indescriptible. Mientras corría hacia mi posición, algo en la tribuna captó mi atención. Entre la multitud, vi a una joven con una sonrisa brillante y una mirada de pura admiración. Aunque había miles de aficionados, ella destacaba de una manera que no podía explicar.

«Vamos, Aitana, concéntrate», me dije a mí misma, sacudiendo la cabeza para despejar mis pensamientos. Pero, a lo largo del partido, mis ojos siguen buscando a esa chica. Cada vez que hacía una jugada, escuchaba su voz animándome.

Durante un descanso en el juego, me acerqué a Ona Batlle, mi compañera y amiga.

-Ona, ¿has notado a esa chica en tribuna? La de la camiseta azul claro- le pregunté, tratando de sonar casual.

Ona me miró con una ceja levantada y una sonrisa juguetona.

-¿La chica que no has dejado de mirar en todo el partido? Sí, la he visto. Parece que te ha capturado la atención, ¿eh?

-Es raro Ona. No puedo dejar de pensar en ella. Su energía es... diferente -admití, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.

-Tal vez deberías hablar con ella después del partido -sugirió Ona antes de volver a su posición.

El partido continuó, y traté de centrarme en el juego. Sin embargo, la imagen de la chica seguía apareciendo en mi mente. Cuando el árbitro pitó el final del partido, sentí una mezcla de satisfacción y nerviosismo. Mientras nos dirigíamos a los vestuarios, miré una última vez hacia la tribuna, esperando verla de nuevo.

-¿Qué te pasa, Aitana? Nunca te he visto tan distraída -me dijo Alexia, dándome una palmadita en la espalda.

-Solo es una chica en la tribuna -respondí, tratando de restarle importancia. Pero sabía que había algo especial en esa chica. Algo que me decía que debía conocerla.

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▪ Por aquí el primer capítulo de esta nueva historia.

▪ Espero que os guste y la disfrutéis

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𝐓𝐑𝐀𝐙𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐏𝐄𝐋 • Aitana BonmatíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora