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El cuerpo de Jungkook por fin se había calmado. Su corazón ya latía con normalidad, mirar las calles ya conocidas hizo que su piel tornara nuevamente su color natural. SooBin había estado preguntándole durante todo el camino qué había pasado, pero sabía que decirle tampoco daría resultados positivos, tenía que pasar el vídeo de lo sucedido en un disco para llevarlo a la empresa TBD. Mostrando eso, no habría necesidad de volver a tocar ese hospital y, por supuesto, el caso se daría por cerrado.

—Hemos llegado, jefe —avisó SooBin, parando el auto mientras le miraba sobre los asientos delanteros —. Dígame qué sucedió, tal vez pueda ayudar en algo, no me gusta verlo así.

Jungkook le sonrió al chico, negándole con la cabeza mientras abría la puerta de su lado, sacando sus pertenencias.

—Tranquilo, sólo ve a tu casa con cuidado y lleva el auto con bien a la empresa. Mañana nos vemos a primera hora, ¿sí? —sacó las llaves de su casa, despidiéndose del chico, quien no muy seguro asintió con la cabeza, despidiéndose del castaño para por fin prender el auto, yéndose del lugar.

Jungkook suspiró profundamente, volviendo a la puerta de su casa para abrir la puerta, dejando la cámara en la entrada y quitarse los zapatos en la misma, caminando y adentrándose a su hogar, donde al hacerlo detectó el olor a carne quemada, lo que provocó que riera ante aquello.

—¡Tae! —gritó, queriendo llamar su atención —¡He llegado a casa! —avisó, volteando a todos lados hasta que se dirigió a la cocina, notándole con el mandil azul que siempre usaba él para cocinar. Se encontraba totalmente enfocado en despegar la carne del sartén con la espátula que ni siquiera había notado la presencia del mayor —. Eres un desastre, hombre… —negó con la cabeza.

TaeHyung volteó con el ceño fruncido, virando enojado los ojos para apagar la estufa, aventando el trapo de cocina al mueble de la alacena.

—¡Con un carajo, te dije que fueras por el aceite! —exclamó molestó TaeHyung, lo que provocó que el castaño frunciera el ceño confundido.

—¿Disculpa? —se acercó lentamente, mirando alrededor para después señalarse a sí mismo —¿Me has hablado a mí?

—¿Hay otro al cual le mandé por un aceite? —cuestionó TaeHyung con furia, rodando los ojos mientras de forma brusca se quitaba el mandil, tirándolo al suelo de la cocina —. Hazte de comer tú, no te haré ni una mierda.

—¡E-espera! —Jungkook corrió a él, incluso casi cayéndose en el camino, sujetándole de los hombros, a lo que este se negaba a mirarlo. Su molestia era visible —¿De qué hablas? Yo recién acabo de llegar.

TaeHyung frunció el ceño, por fin mirándole pero ahora con confusión.

—¿Qué?

—Recién acabo de llegar de la entrevista —pronunció, tragando saliva mientras miraba sobre sus hombros, señalándole con el mentón hacia la puerta, donde estaba la cámara —. Si no me crees, llama a SooBin, él me acaba de traer.

—No puede ser eso posible, JungKook —negó con la cabeza, riendo de forma nerviosa mientras se encogía de hombros —. Llegaste y me dijiste que morías de hambre, yo… —le miró de pies a cabeza, tragando saliva —, incluso venías vestido así… es que, cómo… —llevó ambas manos al pecho de Jungkook, aventándole con poca fuerza.

—Hermano, tranquilo, soy yo, ¿sí? —elevó una ceja, brindándole una sonrisa mientras elevaba ambas manos en seña de inocencia, ahora tratando de calmarle.

—Dijiste que morías de hambre… —relató con miedo, lamiendo sus labios para quitar la resequedad —. Te ofrecí de comer y no había aceite, entonces dijiste que irías por un aceite a la tienda…

—¿Dije algo aparte de eso? —cuestionó Jungkook, a lo que Tae negó con la cabeza, aun mirándole con pavor —. Tae, no, no me mires así, yo… —bajó la cabeza, sobando el puente de su nariz —, he tenido un día muy loco, no tienes idea de lo que sucedió en el hospital.

—No —negó TaeHyung, apretando sus puños mientras estrellaba uno con el mueble de madera, llamando la atención del castaño —. Y realmente no quiero saber, JungKook. Ahora no sólo te sucede a ti, ¿sino también a mí? ¿qué mierda sigue después?

—Tae… de verdad no quiero seguir con esto.

—Oh, no, ¡claro que no! —alzó la voz, acercándose al castaño —¡Tú estás acostumbrado a esta mierda de los fantasmas y cosas paranormales! ¡pero yo no!

Jungkook frunció el ceño, elevando la mirada con furia, encarando a su hermano menor.

—¿Cómo te atreves a decir que estoy acostumbrado a esta jodida mierda? —incrédulo negó con la cabeza —. Pluma blanca vive en mí, ¡no puede irse! ¡¿tú crees que si yo tuviese la oportunidad de alejarme de esto no lo haría?! —Tae calló, bajando la mirada —. Lamento arrastrarte a esto, de verdad lo siento, pero no queda en mí. Vivo con esto, desde niños lo sabemos, ¿y sabes algo? —se acercó a su hermano, mirándole fijamente a rostro, su voz dura y fría en todo momento presenciándose —. Si no quieres vivir con esto, la puerta está demasiado ancha para que te largues, puedes irte en el momento que gustes, porque aquí lo único error te importa eres tú. —con ello se quiso ir, a lo que TaeHyung aún con la mirada baja y pareciendo un niño regañado le tomó del antebrazo.

—Mañana… —habló tembloroso, parpadeando rápidamente para contener las lágrimas —, mañana iremos a ver a Marwin, no me gusta que te pase esto.

—¿Qué me pase? —se zafó de su agarre, sin dejar de mirarle —¿O nos pase?

Jungkook se fue por fin, dejando a TaeHyung solo en la cocina.

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En medio de la oscuridad la silla rechinaba ante los fuertes golpeteos que se daban. Podía sentir aquellas grandes manos arañarle la espalda conforme cada salto daba, las piernas le dolían, sus muslos se tensaban ante tratar de soportar el ejercicio que duramente daba al montarle. Jin jadeaba en su pecho, capturando uno de sus tentadores y duros pezones en su boca, rodeándolo con su lengua a la vez que los mordía levemente, provocando un leve gemido en JiMin, quien sujetándole de los cabellos no paraba de saltar en su dura polla, incluso provocando que su cabeza se hiciera hacia atrás por el placer dado, gimiendo sin vergüenza alguna.

—JiMin, muévete más rápido —exigió el Doctor, amasando su redondo culo.

—Ah… SeokJin, no pares —dijo el rubio con una atrevida sonrisa, mordiendo su labio inferior mientras enredaba sus dedos al cabello del mayor, elevando la velocidad de sus saltos —. ¿Ya te has decidido quién es tu favorito?

Jin no tenía cabeza para pensar, realmente no lo tenía. Ahora su placer estaba al máximo, las paredes de su paciente eran tan ricamente estrechas que sólo pudo asentir sin pensar, plantando una sonrisa mientras besaba el cuello del rubio.

—Lo eres —aseguró SeokJin —. Eres mi favorito.

JiMin sonrió victorioso, bajando sus caderas para finalmente correrse, al mismo tiempo el Doctor también lo hizo.





Badaduk;

—te lo dije, bebé,

algún día serías mío.


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