11

89 19 0
                                    

En el pequeño cuarto donde solía dormir no entraba absolutamente nada de luz. Era algo que debía admitir que extrañaba, aunque justo en estos momentos no había nada relevante para JungKook.

No había podido dormir luego de ver aquello, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar y unas ojeras decoraban tristemente su rostro.

Ido, lastimado, perdido en la cama pequeña, llevó una de sus manos debajo de la almohada, dando con su celular para tomarlo y revisarlo. Pudo notar que eran justamente las ocho de la mañana. Afuera del cuarto ya se daba el ruido y las siluetas de personas que pasaban de un lado a otro sin prestarle atención.

Podía sentirse diferente, de eso no había duda. Ahora pluma blanca no sólo vivía dentro de él, sino vivía con él; presente y con el sentir a flor de piel de lo que JungKook pudiese sentir. Aquel día era el tercero o cuarto, había perdido la cuenta cuando dejó  de ser lo relevante.

Sentándose en la misma cama, retiró las delgadas sábanas para finalmente pararse, tomando en el transcurso su libreta para anotar la fecha del día, dándose unos segundos para revisar las páginas pasadas, releyendo lo que había anotado aquel mismo día en la madrugada luego de regresar del cuarto piso.

Existía un pasado de JiMin, un hombre llamado Marco.

Cerró la libreta, no queriendo leer la parte donde había escrito “tuvo romance con un tal JoHan”, donde aquella persona sabía perfectamente que era él. Costaba demasiado creer que existiese algo así en un pasado, que existiese el destino como para que ambos después de tanto se reencontraran.

Aunque honestamente, después de saber que portaba un Dios azteca en su interior, todo le era posible.

Escuchó unos toques a la puerta, donde al mirar notó que era la conocida enfermera que siempre le sonreía desde la ventana, de igual forma JungKook sonriendo amargamente mientras veía cómo abría la puerta, adentrándose al cuarto.

—Buenos días, joven JungKook —saludó amablemente, incluso haciéndole reverencia, su bonito uniforme blanco era lindo.

—Buenos días, señorita Elaine —regresó el saludo, JungKook levantándose mientras se dirigía a su maleta, cogiendo la bolsa negra donde guardaba su ropa sucia —, me avisó el Doctor SeokJin que vendría en la mañana por la ropa, no creí que tan pronto.

—Es mi trabajo —coqueta, le guiñó un ojo, detallando la fina y delgada cintura del castaño, quien amarraba la bolsa —, además siempre me han enseñado a ser puntual y responsable.

—Usted lo es, no lo dude —dijo JungKook, finalmente cargando la bolsa —, vamos a la lavandería, está algo pesada.

—No, no, descuide —tomó la bolsa, la cual JungKook aun sostenía, donde incluso pudo sentir cómo esta rozaba sus dedos con los suyos, mirándole de forma coqueta —, esto no es nada a comparación de los pacientes.

JungKook había notado la clara falsa de inocencia de la chica y a dónde exactamente llevaba tanta amabilidad, por lo que sonriendo soltó la bolsa, asintiéndole con la cabeza.

—Muchas gracias —dijo él, dando media vuelta para tomar una muda de ropa de su maleta, tratando de cortar la conversación porque si era honesto, comenzaba a sentirse incómodo.

—Ehm… —Elaine dejó la bolsa de ropa en el suelo, aclarando su garganta para llamar la atención del castaño, quien dando un profundo suspiro de cansancio le miró sobre sus hombros, elevando ambas cejas para prestarle atención —¿Te gustaría… desayunar conmigo?

—Señorita… —JungKook finalmente se volteó, quedando frente a frente con ella, notando que ahora mantenía dos botones desabrochados que hace unos segundos atrás estaban botonados, obviamente notándose el inicio de sus pechos.

𓂀 𝕀𝕟𝕤𝕚𝕕𝕖 𝕄𝕖 [𝕂𝕠𝕠𝕜𝕄𝕚𝕟] 𓂀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora