Capítulo 12: Amenaza

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Max estaba en su oficina, revisando algunos documentos, cuando Lando, su secretario, entró con un sobre en la mano.

—Esto llegó para usted, señor Verstappen —dijo Lando, extendiendo el sobre hacia él.

Max lo tomó, notando la ausencia de cualquier marca distintiva en el sobre. Desconcertado, lo abrió para encontrarse con varias fotos. Eran imágenes de él y Sergio, capturadas en diferentes momentos de las últimas semanas. En todas, se los veía felices, disfrutando de su tiempo juntos. Pero lo que llamó más su atención fue la nota que venía adjunta.

"Tu felicidad está a punto de acabar. Felicidades por conseguir un omega tan hermoso, Max Verstappen. Cuídalo bien, cualquiera podría arrebatarte lo que aún no te pertenece completamente."

El enfado y la preocupación comenzaron a invadir a Max. Su instinto protector se disparó de inmediato, sabiendo que esta amenaza no podía tomarse a la ligera. Se levantó de su asiento, con los puños apretados, y llamó a Lando nuevamente.

—¿Quién entregó este sobre? —preguntó, su tono frío y controlado, aunque la furia era evidente en sus ojos.

Lando miró el sobre con curiosidad antes de responder.

—No lo sé, señor. Solo lo encontré en el escritorio de la recepción cuando llegué esta mañana. No había ninguna nota ni indicación de quién lo dejó.

Max apretó los dientes, la frustración creciendo dentro de él. La falta de pistas lo ponía en una situación incómoda y peligrosa. No tenía idea de quién estaba detrás de esto, pero sabía que quien fuera, tenía acceso suficiente para seguirlos y fotografiarlos sin ser detectado. Y peor aún, esa persona sabía que Sergio no estaba marcado, lo que significaba que aún no estaba completamente bajo la protección de su alfa.

El cortejo entre ellos había sido meticuloso, respetando las tradiciones que exigían esperar hasta el próximo celo para marcar a Sergio y completar el vínculo. Pero un mes más era demasiado tiempo. No podía arriesgarse a que algo le sucediera a su omega. La urgencia de protegerlo lo abrumó, y sabía que tenía que adelantar todo el proceso.

No podía esperar. Sabía que Sergio valoraba el cortejo y quería respetar el tiempo que les quedaba, pero Max no podía darse ese lujo. Su alfa interior rugía por marcarlo, por hacerlo suyo en todos los sentidos y asegurarse de que nadie más pudiera siquiera pensar en acercarse a él.

"Si Sergio no vive conmigo, estará en constante peligro," pensó Max. Sabía que no podía obligarlo a nada, pero tenía que convencerlo de que lo mejor era que se mudara con él, y rápido.

Aquella tarde, Max fue a recoger a Sergio al trabajo. Cuando Sergio lo vio esperándolo fuera del edificio, su rostro se iluminó con una sonrisa.

—¿Todo bien? —preguntó Sergio mientras se acercaba al auto.

—Sí, solo quería darte una sorpresa —respondió Max con una sonrisa tranquila, aunque por dentro su mente estaba enfocada en su plan.

Decidió llevar a Sergio a su casa, un lugar que Sergio aún no conocía. Mientras conducía, Max notó cómo Sergio miraba por la ventana, ajeno a la preocupación que nublaba la mente de su alfa. Al llegar a la casa, Sergio quedó impresionado. Era una mansión imponente, lujosa y perfectamente diseñada, reflejando la posición de poder que Max ocupaba. Pero al entrar, Sergio sintió algo extraño.

El interior, aunque impecable y adornado con lo mejor que el dinero podía comprar, carecía de vida. No había un toque personal, ninguna señal de calidez o amor en el lugar.

El Anhelo de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora