—Creo que deberías dejar de trabajar— dijo Max, su voz firme mientras se cruzaba de brazos, mirándome desde el umbral de la cocina.
Me giré lentamente, sorprendido por la súbita propuesta. Habíamos estado disfrutando de un desayuno tranquilo, y no esperábamos que Max iniciara una conversación como esa tan temprano.
— ¿Dejar de trabajar? —repetí, intentando procesar sus palabras—. Max, apenas estoy comenzando en este trabajo. No veo por qué tendría que dejarlo, mi embarazo está recién comenzando y no representa un peligro para mí.
Max frunció el ceño, claramente insatisfecho con mi respuesta. Sus ojos azules, normalmente cálidos, brillaban con una mezcla de preocupación y obstinación.
—Esto es lo mejor para ti, Sergio. No es necesario que trabajes, yo te proporcionaré todo lo que necesites—replicó, dando un paso más cerca de mí—. No tienes que preocuparte por nada, porque yo me encargaré de todo. Deberías enfocarte en ti, en el bebé, y en estar a salvo.
—Pero yo no quiero depender de ti económicamente —le respondí, sin poder evitar alzar un poco la voz—. Además, trabajar me distrae. Me volvería loco si tuviera que quedarme en casa todo el día sin hacer nada.
Max se detuvo, claramente molesto por mi negativa. Su mandíbula se tensó, y por un momento, pensé que iba a seguir presionando. Pero en lugar de eso, su tono cambió, volviéndose casi suplicante.
—Hay muchas cosas que puedes hacer en casa —sugirió—. Podrías nadar en la piscina, empezar de nuevo el huerto en el jardín, tejer ropa para el bebé... No es necesario que trabajes fuera para mantenerte ocupado.
—Max —dije, interrumpiéndolo—. Dejaré de trabajar cuando mi embarazo esté avanzado y sea prácticamente imposible para mí ir al trabajo. Sin antes. Me gusta mi trabajo, me distrae, me hace sentir útil.
Max exhaló con frustración, frotándose las sienes como si estuviera intentando contenerse.
—Sergio, yo solo quiero que estés seguro. Me sentiría más tranquilo sabiendo que estás aquí en casa, protegido. No quiero que te expongas a ningún riesgo innecesario.
—No tienes por qué preocuparte tanto —le respondí, sintiendo que la conversación estaba girando en círculos—. Sé cómo cuidar de nuestro bebé y de mí mismo. No estoy dispuesto a permitir que me controles de esa manera.
La tensión en la sala aumentó cuando Max presionó los labios, su temperamento al borde del colapso. Finalmente, sin decir otra palabra, se dio la vuelta y salió de la casa, cerrando la puerta con un portazo que resonó por toda la sala. Me quedé allí, inmóvil, con una mano acariciando mi vientre, que aún no mostraba signos visibles de embarazo. Suspiré profundamente, tratando de calmarme después de la intensa discusión.
Me quedé pensativo, repasando mentalmente todo lo que Max había dicho. Entendía su preocupación, su deseo de protegernos a mí y al bebé. Pero, al mismo tiempo, no podía evitar sentir que estaba exagerando, sobreprotegiéndome de una manera que comenzaba a sentirse asfixiante. Me pregunté si esta actitud posesiva y controladora era una consecuencia del vínculo reciente o si era simplemente una parte de su carácter que no había notado antes.
No podía dejar mi trabajo, especialmente ahora que apenas estaba comenzando. Quería un hogar, sí, y no dejaría de lado a mi Alfa y a nuestro bebé por nada del mundo. Pero tampoco quería depender completamente de Max. Necesitaba mantener al menos una parte de mi independencia, una parte de mí que no estuviera completamente subordinada a él.
Mientras tanto, Max llegó a la empresa con un aura de enfado palpable. Los empleados pudieron percibir su estado de ánimo con solo sentir su aroma en el aire, un claro indicativo de su frustración. A Lando se le pasó por la mente que tal vez su jefe había marcado a un omega por error, lo que le hacía creer que aún tenía alguna oportunidad con Max. Pero Max, ajeno a esas suposiciones, estaba sumido en sus propios pensamientos, considerando lo equivocadamente que había creído que Sergio seguiría todas sus órdenes sin rechistar.
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El Anhelo de un Omega
FanfictionSergio Pérez, un omega tímido y dedicado, trabaja como secretario para el poderoso y frío CEO Max Verstappen, un alfa que prioriza el trabajo por encima de todo. Sergio solo quiere a ese alfa. Max aprenderá que uno no sabe lo que tiene hasta que lo...