Capítulo 13: Bollo en el horno

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El consultorio médico estaba sumido en un silencio expectante. Sergio, sentado en la camilla, miraba al doctor con los ojos muy abiertos, sin poder procesar del todo lo que acababa de escuchar. Max, a su lado, mantenía una expresión serena, aunque su mente trabajaba a toda velocidad.

—Felicidades, Sergio y Max —dijo el doctor con una sonrisa cálida—. Van a ser padres.

Sergio incrédulo, sintió cómo el aire se volvía denso y pesado a su alrededor. Sus ojos se abrieron de par en par, mirando al doctor como si hubiera escuchado mal. Su primera reacción fue la confusión. Había tomado la pastilla del día después que Max le había dado; era imposible que estuviera embarazado, ¿verdad?

—Pero... tomé la pastilla —balbuceó Sergio, tratando de encontrar sentido a la situación—. No entiendo cómo pude quedar embarazado.

El doctor asintió comprensivo, ya familiarizado con este tipo de reacciones.

—Entiendo tu sorpresa, Sergio. Es cierto que la pastilla del día después reduce significativamente las probabilidades de un embarazo, pero no es 100% efectiva. Hay casos, aunque raros, en los que no funciona. Y parece que este es uno de esos casos.

A pesar de la confusión inicial, una sonrisa comenzó a formarse en los labios de Sergio. La idea de estar esperando un bebé, un hijo suyo y de Max, lo llenaba de una felicidad indescriptible. Sus ojos se encontraron con los de Max, buscando en ellos la misma alegría.

Max lo miraba con una intensidad que lo desarmó. Detrás de esos ojos azules, Sergio pudo ver la felicidad, pero también algo más. Algo oscuro, como un plan que estaba tomando forma. Max, en su mente, celebraba el hecho de que el embarazo llegara en un momento tan oportuno. Ahora tenía la excusa perfecta para acelerar el proceso de marcar a Sergio, para asegurarse de que no pudiera alejarse de él, y de que nadie más pudiera reclamar lo que era suyo.

—Doctor —dijo Max, su voz tranquila pero cargada de una preocupación bien ensayada—, ¿Es riesgoso que un omega esté embarazado sin estar marcado?

El doctor asintió con gravedad, su expresión se tornó más seria.

—Sí, Max. Es bastante peligroso. Los omegas necesitan sentir las feromonas de su pareja enlazada para mantener un embarazo saludable. Sin la marca, el omega y el bebé están más expuestos a riesgos. Me temo que una marca de olor no será suficiente, el omega de Sergio puede llegar a sentirse rechazado por no recibir una marca real estando su alfa tan cerca. Ese rechazo hará que el omega de Sergio se marchite y provoque el aborte del bebé. Es fundamental que se enlacen lo más pronto posible.

Sergio sintió una punzada de ansiedad al escuchar esas palabras. Aunque confiaba en Max, la idea de marcarse tan pronto, sin terminar el cortejo como había imaginado, lo hacía sentirse inseguro. Pero cuando miró nuevamente a Max, sus dudas comenzaron a desvanecerse. Max siempre había sido tan protector, tan atento... 

Después de que el doctor se despidiera, programando una nueva cita para el control del embarazo, Max y Sergio regresaron a casa. En el trayecto, el silencio entre ellos era cómodo, pero cargado de pensamientos no dichos.

Una vez en casa, Max no perdió tiempo.

—Sergio —comenzó, tomando las manos de su omega—, sé que esto es mucho para procesar, pero creo que debemos hacer la marca esta noche. Es lo mejor para ti y para nuestro bebé.

Sergio sintió una oleada de emociones: amor, miedo, y una ligera resistencia.

—Max, no sé si estoy listo para esto... —murmuró, evitando la mirada intensa de su alfa—. Pensé que el cortejo sería más largo, más... diferente.

El Anhelo de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora