Capítulo 9: Planes y Revelaciones

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Max estaba sentado en su oficina, la mirada fija en el calendario digital de su teléfono. La habitación, adornada con muebles de diseño moderno y decorada en tonos oscuros, parecía aún más sombría bajo la luz de la tarde que entraba a través de las ventanas cerradas. Sus dedos se deslizaban con rapidez por la pantalla, repasando la información que había obtenido, la noche anterior  había salido con Sergio y aprovechando que el omega se había retirado al baño, revisó el telefono de este, haciendo un duplicado del teléfono de Sergio, pasándolo a otro teléfono nuevo, que el tendría. En la aplicación de calendario de Sergio, un simple recordatorio había captado su atención: "Celo: 22 de agosto"

El corazón de Max latía con una intensidad que lo sorprendía. No había planeado usar esa información para sus propios fines, pero ahora que la tenía, sentía que tenía una ventaja crucial. Su plan para ganarse a Sergio a través de la amabilidad y el esfuerzo había sido frustrado por la resistencia del omega. 

Había estado portándose excepcionalmente bien con Sergio. Cada encuentro, cada conversación, cada sonrisa que le ofrecía parecía cuidadosamente calculada para ganar la confianza y el afecto del omega. Habían pasado mucho tiempo juntos, pero de manera casual y amistosa. Sin embargo, Max no lograba entender por qué, a pesar de sus esfuerzos, el más pequeño no mostraba señales de querer avanzar más allá de la amistad. Cada vez que Max intentaba acercarse, ya fuera con un beso o un toque más íntimo, Sergio se apartaba con una disculpa y una sonrisa temerosa. Esto frustraba al alfa, quien deseaba profundamente poseer a ese omega, y el creciente deseo de tenerlo se estaba volviendo insoportable.

Max no es un alfa de paciencia.

Se levantó de su silla, caminó hacia la ventana y miró la ciudad que se extendía a sus pies. La brisa suave movía las cortinas, y el atardecer proyectaba una luz cálida sobre los edificios. Pero para Max, todo parecía gris. La paciencia no era su fuerte, y estaba cansado de esperar. La perspectiva del celo de Sergio era una oportunidad dorada que no podía dejar pasar. Si lograba que Sergio pasara ese período con él, podría tener la oportunidad que había estado esperando. Max sabía que el celo traía consigo una vulnerabilidad emocional y física que podría usar a su favor. Si todo salía como lo planeaba, Sergio no solo estaría a su lado, sino que también se convertiría en su pareja para siempre. Si, lo había jodido en un principio, fue un bastardo con el omega, un estúpido ciego que no había visto bien la oportunidad que se le presentaba, fingió no escuchar  los aullidos de su alfa cada que tenía al omega cerca. Eso ya había quedado atrás, el omega lo perdonó, pero Max no podía evitar recriminarse por sus acciones pasadas, el omega prácticamente se le había ofrecido en bandeja de plata y él como un tonto lo había rechazado. A esta altura Sergio ya hubiera sido suyo hace mucho tiempo y no tendría que hacer todo esto. 

Era tarde para arrepentimientos, tendría ese omega, cueste lo que le cueste. Le cumpliría a su alfa este capricho y el tendría nuevamente el control sobre su vida. Además necesitaba un heredero pronto, esto era un ganar-ganar para él.



Mientras tanto, Sergio estaba en casa, sentado en el sofá de su acogedor departamento. La habitación estaba decorada con tonos cálidos y suaves, un reflejo de su personalidad y de los cambios que había hecho desde que dejó el trabajo con Max. Sus amigos, Gabriel y Yuki, habían sido su apoyo constante, y su vida había tomado un giro positivo. Sin embargo, no podía sacudirse la sensación de incertidumbre que sentía con respecto a Max. Aunque el alfa se había comportado de manera ejemplar y cariñosa durante sus encuentros, había algo en el fondo que lo hacía sentir incómodo.

Sergio no podía olvidar el sueño perturbador que había tenido la noche en que Max lo había besado. La figura en la oscuridad, la sensación de desesperación y abandono... todo eso seguía presente en su mente. A pesar de las atenciones de Max, no podía evitar preguntarse si estaba siendo engañado o manipulado. Cada gesto amable de su ex jefe parecía tener un propósito oculto, y el miedo a ser herido nuevamente lo mantenía a la defensiva.

El Anhelo de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora