Capítulo 14: La Marca

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Sergio estaba sentado al borde de la cama, sus manos temblaban ligeramente mientras las juntaba, entrelazando sus dedos en un intento por calmar sus nervios. Esa noche recibiría la marca de Max, un vínculo que los uniría por el resto de sus vidas. Su mente estaba inundada de pensamientos, de dudas, pero también de una excitante certeza: una vez que Max lo marcara, serían uno solo, dos almas entrelazadas por un lazo indestructible.

Recordó las palabras de su madre cuando, años atrás, le explicó lo que significaba recibir la marca de un Alfa. "Es un momento sagrado, mi niño. No solo te une a él en cuerpo, sino en alma. Sentirás sus emociones, sus pensamientos... será una conexión que va más allá de lo físico." Sergio había crecido escuchando esas palabras, pero ahora, a unas pocas horas de ese instante crucial, todo parecía mucho más real. Sintió una punzada de tristeza, sus padres no estaban ahí para compartir su felicidad. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, como si intentara prepararlo para lo que vendría.

Sabía que la marca de Max no solo traería consigo una conexión emocional; también implicaría un dolor físico. Y más, considerando que no estaba en celo, lo que haría que el dolor fuera el doble de intenso. Pero Max, en su infinito cuidado y amor, ya había consultado a un médico, asegurándose de que no correría ningún riesgo, más allá de la incomodidad de la marca. Había comprado analgésicos para ayudarlo a mitigar el dolor. Eso solo hacía que Sergio se sintiera aún más agradecido y enamorado de su Alfa.

Con un suspiro profundo, decidió levantarse y comenzar a prepararse. La idea de marcarse no era solo un compromiso emocional; también era un ritual, uno en el que ambos querían verse perfectos, el uno para el otro. Sergio se dirigió al baño y se miró en el espejo. Sabía que Max lo amaba tal como era, pero quería estar impecable para esa noche especial. Tomó su rasuradora y comenzó a afeitarse, cuidando cada detalle para que su piel estuviera suave al tacto.

Después de afeitarse, se untó con una crema perfumada que hacía que su piel no solo oliera deliciosa, sino que también quedara sedosa. El aroma a sándalo y bergamota llenó la habitación, envolviéndolo en una fragancia que sabía que volvería loco a Max. Después de todo, esta noche no sería solo para la marca. También sería una noche de pasión, de entrega total. Caminó hasta su armario y sacó la ropa que había elegido cuidadosamente para la ocasión: una pieza de encaje negro, atrevida pero elegante, que acentuaba cada curva de su cuerpo. Se la puso y se observó en el espejo, sonriendo con nerviosismo y excitación.

Mientras tanto, en otro rincón de la casa, Max estaba terminando de preparar el cuarto. El Alfa había pasado el día entero asegurándose de que todo fuera perfecto para su Omega. Había ido de compras a primera hora de la mañana, llenando su carrito con pétalos de rosas que, uno por uno, había esparcido por la cama donde harían el amor esa noche. También había comprado velas aromáticas, colocándolas por toda la habitación, creando un ambiente íntimo y romántico, el tipo de lugar que haría sentir a Sergio como si estuvieran en su propio santuario.

Las velas encendidas proyectaban sombras suaves en las paredes, el leve parpadeo de las llamas reflejándose en la cama cubierta de pétalos. Max miró el resultado final, sintiendo una oleada de orgullo. Estaba listo para marcar a Sergio, para convertirlo oficialmente en su Omega. Su Alfa interior rugía con satisfacción al pensar en lo que significaría esa marca. "Será mío, completamente mío." La idea lo llenaba de una sensación de posesión, pero también de una ternura abrumadora. Su objetivo no era solo marcarlo por instinto, sino cuidarlo, protegerlo y amarlo más allá de todo.

Con un último vistazo, Max se quitó la ropa hasta quedarse completamente desnudo, salvo por una pequeña toalla alrededor de su cintura. Se acomodó en la cama, esperando pacientemente, aunque el deseo por su Omega comenzaba a consumirlo.

El Anhelo de un OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora