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"𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 "
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Tras ser raptado por los bárbaros y vendido a los lacayos del imperio enemigo de su tierra natal, Izuku decide ganarse el favor del sultán del gran imperio...
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Eijirou entró en silencio a sus aposentos, apenas escucho las puertas cerrarse empezó a llorar. Sentía sus ojos hinchados por las lágrimas y su corazón no dejaba de doler.
El sultán lo ignoro, no dejó que siquiera besara su mano.
Y ahora se encerraba con aquel concubino.
——"mi señor, ¿cuanto más planea ignorarme?"
Tomó asiento en su cama, sus manos sintieron la suavidad de las sábanas, ahora solo sentía que quemaban en su palma.
El frío de sus aposentos era tormentoso.
No podía dejar de llorar, esperaba, ansiaba el regreso del sultán, de su alfa y ver como prefería saludar a esos dos omegas que no tenían nada que hacer en el palacio principal era la peor humillación.
Incluso Shoto, ese infeliz de cara quemada fue recibido por un beso en la frente.
A él que ya no tenía un hijo que le hiciera tener valor en el harén. También era humillante que perdiera ante alguien como Momo, una mujer que perdió su primavera y su fertilidad.
Apretó las sábanas con fuerza, sus dientes sentía que en cualquier momento se romperían por la presión que hacía de la rabia.
Su vista se paseo hasta la pequeña mesita que tenía en la esquina del sillón. La medicina que Mina le ha estado dando para controlar su estrés.
—— solo le agrego dos gotas a su jugo mi señor, si llega a tomar mas de lo indicado podría ser mortal ——
Se levantó, su paso era similar a la de un fantasma en pena. Tomó entre sus dedos el frasco, el líquido transparente tenía un ligero tono rosado, se sentó en el gran sillón del ventanal y destapó con cuidado el frasco percibiendo en su nariz el aroma a hierbas.
——"sin el sultán a mi lado, mi vida ya no tiene sentido"
Estuvo a punto de acercar el frasco a sus labios, hasta que unos ojos verdes llegaron a su mente. Ese destello maligno similar a la de una asquerosa serpiente y esa sonrisa burlesca.
— sucia arpía —murmuró encabritado aun con lagrimas cayendo de sus ojos.
Su mente pronto tuvo una idea.
— Mina —llamó dejando el frasco en su lugar.
La pelirosa entró rápido al oír la voz de su señor.
— ¿sucede algo mi señor?
— ¿tu me amas? —preguntó en un tono gélido.
— yo daría mi vida por usted —contestó rápido.
Esta vez volteó a ver a la mujer, Mina se preocupo al ver las pupilas de su señor dilatadas y temblorosas, como si fuera a sufrir de un colapso.
Los ojos borgoña bañados en lágrimas volvieron a ver el frasco.
