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"𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑢𝑛 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 "
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Tras ser raptado por los bárbaros y vendido a los lacayos del imperio enemigo de su tierra natal, Izuku decide ganarse el favor del sultán del gran imperio...
¿Recuerdan que dije de corrido? Pues no mi cielo, no pude
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Izuku caminaba con cuidado hasta llegar al pasillo que daba al harén.
Después de aquel baño donde casi le ruega al alfa que lo tomara, Katsuki le había dicho que tenia que atender asuntos de estado con el consejo, la campaña habia terminado, si, pero necesitaban ver la siguiente para la conquista de las tierras de Shiketsu.
Así que debía darle espacio al rubio.
También quería ir a ver a Denki y a Monoma, Tenko le había contado que en toda la noche en la que el estuvo inconsciente, nadie les había dado noticias de su condición.
Y conociendo a Denki estaba seguro que se encontraba alterado y deprimido. Apenas fue visto por todos algunos soltaron un jadeo de sorpresa al verlo de pie en la entrada.
Usando un vestido de seda dorada con una bata larga que casi arrastraba, dejando ver su abultado vientre que pesaba cada vez más.
Se acercó hasta el centro viendo a sus dos amigos recostados en uno de los sillones, Denki recargado en Monoma sin dejar de llorar, sus ojos estaban irritados y tenía el pelo enmarañado, además de usar un velo blanco y sosteniendo un libro de rezo.
Monoma fue el primero en verlo, se quedó congelado al verlo ahí parada con una sonrisa divertida. Vio como le daba unos golpecitos en el hombro al ambarino haciendo que volteara.
Quedaron en shock.
— ¿me extrañaron? —preguntó divertido.
Solo vio como estos se levantaban rápido para correr hacia ellos, los velos cayeron al suelo y el libro se quedó en el sillón.
— ¡IZUKU! —gritó el rubio lanzando hacia el peliverde—. ¡gracias a Jeanist y a todos los Dioses!
Izuku cerró sus ojos dejando que su amigo llorara en su hombro, después de todo sabía que fue una tortura para Denki no saber nada de él en toda la noche. También sintió los brazos de Monoma rodear su cuello y esconder su rostro en su hombro contrario.
— Izuku —murmuró entre lágrimas.
— ¿acaso es inmortal? —preguntó una de las mujeres.
Keigo salió al oír tanto ruido para ver al peliverde siendo abrazado por dos llorosos rubios.
Sin poder aguantarlo se acercó a paso rápido para abrazar también al pecoso y besar su frente.
— por Jeanist, no debes estar parado ahora Izuku, sigues todavía en recuperación
