"El amor jamás serán las palabras que decimos, porque todos podemos mentir con el corazón vacío, pero si te fijas en sus acciones y en su mirar te darás cuenta si en verdad te ama."
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El sol se colaba por las cortinas del pequeño departamento, llenando el espacio con una luz cálida y acogedora. Aizawa se había levantado temprano esa mañana, decidido a darle a Bridget algo que le devolviera un poco de alegría y compañía en medio de todo lo que habían pasado.
Mientras Bridget seguía durmiendo, Aizawa salió con cuidado del departamento, asegurándose de no despertarla. Caminó por las calles aún tranquilas hasta llegar a una tienda de mascotas que había visto días antes. Allí, entre los ronroneos suaves y los maullidos tímidos, encontró lo que estaba buscando: un pequeño gatito gris de ojos grandes y curiosos.
Aizawa sonrió al verlo, sabiendo que este pequeño compañero sería perfecto para Bridget. Lo sostuvo en sus manos con cuidado, sintiendo su pequeño corazón latir rápido contra sus dedos. Era una criatura frágil, pero con una energía que Aizawa sabía que podría traer un poco de luz a la vida de Bridget.
Después de hacer todos los arreglos necesarios, regresó al departamento con una pequeña caja de transporte. Cuando entró, Bridget ya estaba despierta, sentada en el sofá con una taza de té entre las manos, todavía en pijama. Al verlo, le dedicó una sonrisa suave, aunque sus ojos aún reflejaban la tristeza que intentaba superar.
─¿Qué tienes ahí? ─le preguntó en lenguaje de señas, curiosa.
Aizawa no respondió de inmediato. En su lugar, se acercó a ella y colocó la caja en el suelo, abriéndola con cuidado. El pequeño gatito, al notar que la tapa se abría, asomó su cabeza tímidamente, explorando el nuevo entorno.
Bridget se quedó boquiabierta, sus ojos se llenaron de asombro al ver al gatito. La sorpresa y la emoción se reflejaron en su rostro mientras se inclinaba hacia adelante para verlo mejor. El gatito, sintiendo la presencia cálida de Bridget, se acercó y, después de unos momentos de titubeo, se acurrucó en su regazo.
─Pensé que te haría bien tener compañía ─le señaló Aizawa, observando cómo el pequeño gato comenzaba a ronronear, frotando su cabeza contra las manos de Bridget─. Algo que cuidar y que te cuide a ti también.
Bridget, sin poder contener las lágrimas de felicidad, asintió. Acarició al gatito con ternura, sintiendo cómo el peso de la tristeza que llevaba dentro se aligeraba, aunque fuera solo un poco. El ronroneo constante del gatito era reconfortante, y la calidez de su pequeño cuerpo le trajo una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo.
─Es perfecto ─señaló Bridget, sus manos temblando un poco mientras lo hacía─. Gracias, Shouta. Es lo que necesitaba.
Aizawa se sentó junto a ella, observando cómo el gatito se acomodaba más en el regazo de Bridget, ronroneando satisfecho. Él sabía que no podía borrar todo el dolor que ella había sentido, pero al menos podía ofrecerle un poco de alegría en medio de todo.
─¿Cómo lo llamarás? ─le preguntó.
Bridget lo pensó por un momento, mirando al pequeño gato que ahora estaba completamente dormido en su regazo.
