"El amor jamás serán las palabras que decimos, porque todos podemos mentir con el corazón vacío, pero si te fijas en sus acciones y en su mirar te darás cuenta si en verdad te ama."
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Un día soleado, mientras Bridget estaba ocupada en la cocina preparando algo para la comida, Aizawa y Karyn estaban en la sala. La pequeña, con sus rizos oscuros y ojos grises, se encontraba jugando con uno de los gatos, acariciando suavemente su pelaje mientras el animal se estiraba perezosamente.
De repente, Karyn levantó la vista hacia la cocina, donde su madre se movía con agilidad. Con una expresión concentrada, como si estuviera reuniendo todo su coraje, la pequeña abrió la boca y, con su voz dulce y temblorosa, dijo su primera palabra.
Aizawa estaba sentado en la sala, observando a Karyn jugar cuando de repente escuchó su pequeña voz.
“Mamá.”
Se quedó paralizado por un instante. El corazón le dio un vuelco de emoción. Karyn había dicho su primera palabra.
Con una amplia sonrisa en el rostro, giró la cabeza hacia la cocina, donde Bridget estaba ocupada, sin darse cuenta de lo que acababa de suceder.
Karyn, viendo que su madre no reaccionaba, repitió con más fuerza.
Aizawa miró a Bridget, pero ella seguía inmersa en sus tareas, completamente ajena a las palabras de su hija. Su emoción se mezcló con un nudo en el estómago. Sabía lo importante que sería este momento para Bridget, pero también entendía el dolor que podría causar.
Se levantó y se acercó a la cocina, colocando suavemente una mano en el hombro de Bridget. Cuando ella lo miró, Aizawa hizo señas con entusiasmo.
─ Karyn acaba de decir su primera palabra. Dijo “mamá”.
Bridget lo miró, y su rostro cambió. La alegría que Aizawa había esperado no apareció; en su lugar, la tristeza llenó sus ojos. Bridget sintió una punzada en el pecho al darse cuenta de lo que se había perdido. No había escuchado a su hija, y la realidad la golpeó con fuerza.
Intentó sonreír, pero era evidente que estaba dolida. Aizawa no necesitaba más para entender lo que estaba pasando por su mente. Se acercó más y la abrazó con ternura, tratando de consolarla.
─ Sé que esto es difícil, Bridget, pero no cambia lo increíble que eres como madre. Karyn te adora, y hay muchas formas en las que puedes compartir momentos especiales con ella. No estás sola en esto.
Bridget asintió, pero la tristeza seguía presente en sus ojos. A pesar de las palabras de consuelo de Aizawa, no podía evitar sentirse deprimida. La realidad de su discapacidad la abrumaba, y temía cuántos otros momentos importantes se perdería en la vida de su hija.
Karyn, ajena a los sentimientos de su madre, gateó hasta ella y tiró suavemente de su falda con una sonrisa brillante en el rostro. La pequeña levantó sus brazos, queriendo ser alzada. Bridget la miró, sus ojos llenos de amor y tristeza, antes de agacharse para levantarla.
Aizawa les dedicó una sonrisa cálida y repitió con sus manos.
─ Eres una madre increíble, Bridget. Esto no define lo buena madre que eres. Vamos a superar esto juntos, como siempre lo hemos hecho.