A medida que intentaba mantener la distancia, una tensión palpable llenaba el aire. Era como si una fuerza invisible lo atrajera hacia él.
Desviaba su mirada nervioso, pero al mismo tiempo no podía controlar el deseo de seguir viéndole, cada que volvían a conectar sus miradas y veía aquella sonrisa y chispa en los ojos del pelinegro, algo en su interior se encendía que no podía ignorar.
Se decía a sí mismo, que alejarse era lo más sensato. Pero cada paso que daba hacia atrás parecía más pesado que el anterior, mientras una parte de él deseaba avanzar y dejarse llevar por lo que fuera que estuviera sintiendo.
Al final se dejó caer en el acolchado sofá, olvidando de nuevo la sensibilidad de su parte trasera, mordió sus labios para evitar que un quejido saliera de su boca. El prisionero lo miraba atentamente, como si fuera una obra de arte en un museo, cada movimiento suyo capturando su total atención.
De repente, algo en el entorno llamó la atención del prisionero. Sus ojos se posaron sobre la pequeña caja negra en la mesita al lado del sofá. Una sonrisa traviesa y burlona se dibujó en su rostro mientras se acercaba a la mesa y tomaba la caja entre sus manos.
¿Por qué...la compraste? — preguntó el periodista.
El prisionero sonrió, acercándose a él con pasos lentos, casi como si estuviera disfrutando de ponerle nervioso.
Porque quería ayudarte a aliviar el dolor, cariño — respondió, su voz suave y divertida, mientras se sentaba a su lado.
Las mejillas del periodista se tiñeron de rojo, la vergüenza inundando su rostro. La cercanía del prisionero y esa mirada intensa lo hicieron sentir vulnerable. De repente, sintió cómo su corazón comenzaba a acelerarse, un ritmo descontrolado que resonaba en sus oídos.
Antes de que pudiera reaccionar, las manos del prisionero lo tomaron por la cintura de manera repentina, tirando su cuerpo hacia abajo sobre su regazo. La sorpresa lo dejó sin aliento, sus pensamientos confusos entre la incredulidad y la emoción.
¿Qué...qué es lo que estás haciendo? — logró preguntar Taehyung, sintiendo cómo el calor se apoderaba de él mientras la posición lo hacía sentir expuesto.
Solo estoy asegurándome de que estés cómodo, corderito — respondió el prisionero con voz juguetona, disfrutando de la reacción del periodista ante su audaz movimiento.
El rubiecito sintió una mezcla de nerviosismo y adrenalina recorriendo su cuerpo. Se removió incómodo y avergonzado al sentir las manos impropias sujetar el inicio de sus pantalones. Su corazón latía con fuerza mientras miraba a su alrededor. A pesar de su deseo de escapar de aquella comprometida situación, una parte de él no podía evitar sentir curiosidad por lo que haría el prisionero.
Jungkook, mantenía una sonrisa enigmática, parecía disfrutar del caos que había desatado. Sus ojos centelleaban con un brillo travieso mientras deslizó sus manos lentamente, como si estuviera evaluando cada reacción del rubiecito.
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La entrevista Prohibida
RomanceEn el bullicioso mundo del periodismo, donde la verdad es moneda de cambio y las historias se entrelazan con la realidad, un joven estudiante de periodismo se ve inmerso en un encargo que cambiará su vida para siempre. Enviado a una Penitenciaria de...