Capítulo 20.

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La bruma del engaño

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La bruma del engaño.

La atmósfera en el oscuro sótano estaba impregnada de una tensión asfixiante. Las luces parpadeantes iluminaban las caras serias de los hombres de trajes.

Las paredes de ladrillo desnudo y el aire frío hacían que todo se sintiera mucho más incómodo, pero no se atrevían a quejarse. Llevaban casi una hora esperando al pelinegro, y aunque la impaciencia comenzaba a brotar entre ellos, sabían que era una locura cuestionar su autoridad.

Las miradas se cruzaban, llenas de frustración y ansiedad. Todos eran socios en este mundo de peligros, pero sabían que ninguno tenía el poder ni la influencia de aquel más joven entre ellos.

Cuando finalmente la puerta se abrió de golpe, el ambiente cambió, sintiéndose más pesado y tenebroso. La figura del pelinegro apareció en el umbral, y con ella llegó una oleada de tensión. Su traje naranja brillando bajo la opaca luz del lugar.

Entró con un aura imponente, su expresión seria. Sus ojos oscuros parecían perforar a cada uno de los presentes, ya no habían rastros del joven que había dejado al rubiecito en casa momentos antes. Era un témpano de hielo andante; todos sabían que su compasión era un lujo que no podían permitirse.

Sin pensarlo dos veces, todos agacharon la mirada, sintiendo el peso aterrador de la suya. Nadie quería ser el primero en romper el silencio.

Espero sea importante lo que tengan que decir, señores — su voz resonó como un trueno en el sótano — No hace falta que les diga cómo terminarán si solo me hacen perder el tiempo.

Un hombre mayor, conocido como Jihoon, el jefe de 'Los dragones rojos', tomó la iniciativa al despejar su garganta.

Joven Jeon... hemos estado discutiendo sobre las nuevas rutas de distribución — comenzó con un carraspeo de garganta — Creemos que no hay oportunidades en el norte...

Jungkook lo interrumpió con un gesto de la mano, haciendo que el hombre se detuviera en seco.

No quiero excusas ni más demora, aquello ya había quedado resuelto. Di una orden señores, es mejor que la pongan en marcha y dejen de quejarse — comentó Jungkook, manteniendo su mirada fija en cada uno —Si no están dispuestos a arriesgarse y ser audaces en este negocio, entonces deberían reconsiderar su lugar aquí.

Pero joven Jeon, ¿No está al tanto de lo que ha ocurrido las últimas semanas? — siguió el mayor — hemos perdido mucho de nuestro cargamento. Si no son los malditos policías los que nos están molestando, es que hay alteraciones en el producto. Nos están saboteando bajo nuestras narices. No pienso seguir con esto, si en lugar de ganar tendré pérdidas.

La atmósfera en el sótano se tornó aún más pesada después de las palabras de aquel hombre. La mirada del pelinegro se centró en él, penetrante y fría, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba por su mente.

La entrevista ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora