Diario de una adolescente | FreenBecky

El Diario de Freen - Día 20

¿No es gracioso el hecho de que dice "Dia 20", pero en realidad han pasado meses?

Supongo que la idea de hacer una bitácora "diaria" fracasó...

En mi defensa diré que, a veces, realmente no hay mucho que contar.

Uno no recuerda todo lo que ocurrió en la vida, no recordamos absolutamente cada día de nuestra existencia.

Recordamos lo más destacado. Los momentos de temor, o tristeza. De alegría y felicidad. Las situaciones difíciles.
Los instantes en que sentimos que todo cambia.

Claro, entonces me dirán: "por eso la idea de tener una bitácora diaria, para tener un registro de todo"

Pero, ¿de verdad quiero eso?

No necesito recordar el día que se me cayó una taza al suelo y se rompió. No necesito recordar cada vez que me vino la regla y me arruinó el día. No necesito recordar cada día que miraba embelesada a Rebecca pensando que jamás podría estar con ella, o cada noche en la que le pedí a mi padre que no beba tanto.

No, realmente no lo necesito.

Lo que sí quiero recordar es mi primer beso con Bec (aunque haya sido medio robado)

Y la vez que se abrazaba a mi como koala cuando la llevé a su casa.

O la vez que la vi en Loi Krathong, y también vi a mi padre intentando exorcizar su dolor contemplando las linternas en el cielo.

Esos son registros importantes.

Y el día de hoy, también lo es.

Resulta que, desde que Bec y yo comenzamos a salir, siempre me pregunté por qué no había mencionado nada acerca del regalo de cumpleaños que había dejado en su mochila.

Me daba algo de pena preguntar, porque tal vez no le había gustado, y no quería ponerla en una situación incómoda. No es que fuera la gran cosa. Tan sólo era un brazalete con un dije con una estrella y otro con su inicial. Es que para mí, ella es una estrella, en lo que sea que haga, y era una forma de decirle que ella iluminaba mis noches.
Pero en fin, cursilería aparte, nunca supe qué había ocurrido con el obsequio...hasta que un buen día, hojeando las páginas de su diario, ya que estaba esperándola para irnos juntas a encontrarnos con nuestras amigas, reparé en un detalle que no había retenido antes, la primera vez que leí el diario: el único paquete que mencionó el día de su cumpleaños fue uno negro con cinta roja...pero mi regalo era azul con cinta roja.

Estaba leyendo esa página, cuando mi bella novia me encontró. Me preguntó qué estaba leyendo, y le respondí que el día de su cumpleaños.

Lo más impactante fue cuando ella, con toda naturalidad, me preguntó por qué le había regalado esa lencería roja tan reveladora, que le parecía muy ajeno a mi usual romanticismo.

Me quedé mirándola totalmente perpleja, casi ofendida por la insinuación (y admito que algo acalorada por la idea de ver esa lencería en su cuerpo) obviamente negué que yo tuviera algo que ver, remarcando el hecho de que el color de mi obsequio era azul, y ambas buscamos la publicación que yo había hecho aquí, donde mencioné eso, y así nos dimos cuenta de esa gran incógnita: ¿de quién fue ese regalo?

Barajamos algunas hipótesis:
La que menos me gustó, fue la idea de que haya sido Chin (ese pelele que siempre está detrás de Bec), aunque también pensábamos que podía haber sido alguno de los idiotas amigos de Irin (sonaba muy a su estilo)

Pero la respuesta la encontré unos días después.

Hacía meses no veía a Irin, desde el día que la habían expulsado. La había visto salir de la oficina del director, con la cabeza gacha y su rostro humillado, muy contrario a su típico orgullo de abeja reina. Cuando la crucé en el centro comercial no la vi muy diferente. Seguía con ese porte altivo y su mirada arrogante, mirando a sus simios amaestrados con superioridad.

Pero el detalle que captó mi atención, fue el brazalete.

Ese que yo había comprado con cariño para Bec.

Irin me vió a su vez, y pudo entender qué era lo que yo observaba atónita. Y sonrió.
Cuando pasó a mi lado, murmuró lo suficientemente alto como para que la escuche fuerte y claro.

—Parece que ella no te dijo que me había dado el brazalete. Dijo que yo era su estrella, y que recordara que era sólo suya—

Recordamos lo más destacado. Los instantes en que todo cambia.
Me acuerdo cada coma y acento de lo que dijo, porque fue el momento en que mi corazón se rompió.