All by Myself

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All by myself...Don't wanna live

All by myself...anymore

Los potentes vibratos de Céline Dion podían escucharse en toda la casa, mientras Freen limpiaba en un claro ataque de melancolía.

Alguien ha visto demasiadas películas románticas.

"Hard to be sure...Sometimes I feel so insecure"— cantaba a viva voz, refregando la mesada de la cocina, mientras la lluvia acompañaba la escena hollywoodense.

La pelinegra ya tenía preparada, además, una buena dosis de helado, junto con el set de películas deprimentes para poder, irónicamente, mejorar su ánimo: "P.D. Te amo", "Carol" y "Ammonite". Fue toda una suerte que su hermanita y su padre decidieran ir a visitar a su abuela. Ella simplemente declinó ir a la visita excusándose con que debía trabajar al otro día, pero en realidad tan solo quería estar sola.

Tras un par de horas, ya no tenía nada más para limpiar, así que procedió con la segunda etapa de su noche de tristeza adolescente, comenzando por reproducir "Carol", mientras se acomodaba en el sofá con una manta y el contenedor de helado de piña y chocolate (sobre gustos, no hay nada escrito)

Mientras veía la película, ocasionalmente una lágrima caía por sus mejillas, al recordar el brazalete en la muñeca de Irin, que la llevó inevitablemente a aquel doloroso momento donde había visto a su ex novia besándola.
Al parecer, Irin tenía un gusto particular por las mujeres que Freen quería. Pero había creído que Rebecca era distinta, que de verdad valoraba su relación...
Sin embargo, al fin y al cabo, Freen misma había leído el diario de Becky, y había conocido la intensidad de la atracción de la británica por Irin. Era obvio que ese sentimiento no se iría tan rápido, menos por alguien como Freen.

La película no lograba atraer su atención lo suficiente. No era culpa de la película, era tan sólo su propia mente insoportable que la llevaba una y otra vez a auto despreciarse, por lo que detuvo la reproducción para cocinarse algo más nutritivo que helado, mientras volvía a darle play a su lista de reproducción de música romántica. Estaba sonando "White Flag" de Dido, cuando unos fuertes golpes en la puerta lograron escucharse, pese al volumen elevado de la música y la tormenta que arreciaba afuera. Su primer instinto, obviamente, fue no responder. No esperaba a nadie, y ya era de noche, así que no podía ser nada bueno lo que le esperaba afuera. También había visto muchas películas de terror para no cometer los clásicos errores.
Pero los golpes fueron cada vez más intensos e insistentes, por lo que no le quedó otra opción que ir a ver quien era.

Allí, completamente empapada, se encontraba Rebecca.

—¿Rebecca? ¿Qué hacés aquí a esta hora?— preguntó sorprendida, aún sin moverse.

—Oh, nada especial. Tenía la piel muy seca, así que salí a dar un paseo hidratante, y de paso, venir a preguntarle a MI novia por qué me está evitando— respondió con sarcasmo, ligeramente enojada pero a la vez con la voz entrecortada, pues ya estaba tiritando de frío.

—Mierda, ¿por qué saliste con esta lluvia? Entra, rápido. Debes estar congelada— reclamó Freen, tomándola de su muñeca para ingresarla a su casa. Inmediatamente, se alejó para buscar una toalla grande, dejando a Rebecca sola en la sala.

Los truenos hacían retumbar los vidrios de las ventanas, con el agua cayendo incesante en el techo. La música se oía casi amortiguada por la potencia de la tormenta.

But I will go down with this ship
(me hundiré con este barco)

And I won't put my hands up and surrender

(y no elevaré mis manos en rendición)

There will be no white flag above my door
(no habrá bandera blanca en mi puerta)

I'm in love and always will be
(estoy enamorada y siempre lo estaré)

Rebecca escuchaba la letra, algo ensimismada pensando en qué hacer después.
Estaba nerviosa, no lo negaría. No sabía qué tan aferrada estaría Freen a la mentira de Irin. Pero se quedaría allí, hasta que su novia entendiera que no había mujer en el mundo que pudiera alejarlas. No se rendiría tan fácilmente.

—Ten, sécate rápido y cámbiate la ropa. No deberías haber venido, te puedes enfermar feo Bec— dijo Freen, rodeándola con una toalla grande que podría haber envuelto a ambas sin ningún problema, mientras le señalaba la muda de ropa que había traído de su cuarto y frotaba sus manos sobre la toalla para darle calor a la castaña.

—Así que...soy Bec de nuevo. ¿Ya no estás tan enojada?— aventuró Becky, con una pequeña sonrisa.

Freen se paralizó un momento, antes de responder con una mueca.

—Es la costumbre— resopló, alejando sus manos de la chica para girarse y dirigirse a la cocina.

—Freen, ¿podríamos hablar un momento?— llamó Becky, persiguiendola y viéndose infinitamente tierna envuelta en esa enorme toalla, con su carita formando un puchero que la pelinegra no podía resistir.

Freen se apoyó en el mueble de su cocina para mirar a Becky, cruzándose de brazos e inflando su pecho en una inhalación nerviosa, pero quedándose callada.

—Freen, ¿tienes una mínima idea de lo mucho que me gustas?— empezó, pestañeando sus ojos con ternura y causando una pequeña risa en su novia —En serio, no tengo palabras para explicar lo hermosa que eres. Y lo agradecida que estoy de que te hayas fijado en mí...pero no puedes volver a hacer esto— reprendió al final, frunciendo el ceño. Freen, que la miraba embobada al escucharla, salió rápidamente de su ensoñación, mirándola perpleja.

—No te hagas la que no entiendes. No contestabas mis mensajes ni mis llamadas, me bloqueaste de Wattpad. Y yo ni siquiera sabía que estabas molesta. Tienes que decirme las cosas babe. Necesito saber cuando algo te molesta o te pone triste — se inclinó hacia adelante, apoyándose en la otra chica, que no dudó en rodearla con sus brazos —Así puedo venir a mimarte y ponerte de mejor humor— murmuró, cerca de su oído, acariciando suavemente el cuello de la pelinegra con su nariz.

—O sea que viste la publicación. ¿Es cierto? ¿Le diste el brazalete a Irin?— preguntó Freen con tristeza, evitando los ojos de Becky.

—¿Éste brazalete?— preguntó, levantando su muñeca para mostrarsela a su novia, quien la observó detenidamente, sorprendida.

—¿Cómo es que lo tienes tú?—

—Fui a recuperar lo que es mío...y a enfrentar mis miedos. De alguna forma, la humillación que sufrí aún me mantenía aprisionada, y admito que le tenía un poco de miedo a la idea de encontrarme con Irin...no sabía qué podía esperar ni lo que iba a sentir— comentó Rebecca, dejando que sus manos llevaran pequeñas caricias al cuello y la mandíbula de la otra chica.

—¿Aún...te gusta?— preguntó Freen, temerosa, esta vez levantando la vista para apreciar los ojos chocolate de Becky, desahogando esa pregunta que la torturaba.

El silencio las envolvió mientras la castaña pensaba su respuesta.

Diario de una adolescente | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora