Papá II

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Domingo, 5 de enero.

¡Mi papá es el mejor del mundo!

Ayer fui a su estudio, llevando un sandwich como excusa, pero me quedé allí hasta que se dió vuelta para hablar conmigo.

Cuando le confesé que yo había escuchado su discusión con mamá en el hotel, me miró con tanto miedo que me acerqué rápido para abrazarlo. Parecía que estaba a punto de llorar, y cuando vió que lo abrazaba se relajó un poco.

Me dijo que siempre se sintió diferente. Que él sabía desde pequeño que lo que él sentía no era normal, o lo que supuestamente él debía sentir.

Mi abuelo era un hombre muy estricto, así que creo que papá tenía mucho miedo de decir algo. Supongo que se sentía como yo me siento con mamá.

Me contó que su primer beso fue con un chico, en la Universidad.

¡No puedo creer que recién entonces se atrevió a besar a alguien!

Pero el chico lo rechazó y le gritó cosas horribles, y entonces entendió que no podía decirle a nadie lo que realmente le gustaba.

Supongo que de tal palo, tal astilla.

Después conoció a mi madre, que al principio fue muy dulce y tierna con él, y parecía que podría enamorarse...pero sólo se engañó a sí mismo. Siguió la corriente, trató de conformarse, intentó tener una familia feliz.

Mamá en algún punto supo de sus preferencias, pero decidió ignorarlo, pensando que era una simple fantasía y se convenció de que tenía el marido perfecto, más aún cuando pudo impulsar su carrera política.

Curiosamente, al revés de como suele suceder, mi madre quería un esposo trofeo.

Papá me contó entonces cómo conoció a Dew, su asesor de campaña. Como empezaron a estrechar su vínculo en las reuniones hasta altas horas de la noche. Cómo Dew fue el que le confesó lo que sentía por él, y como se sorprendió cuando papá lo besó en un arrebato, ya no pudiendo resistirse a lo que sentía.

Es una historia muy bonita...donde lamentablemente mi madre es villana.

Lo que más me tranquilizó saber es que su mayor orgullo somos Heng y yo, y que por eso no se arrepiente de haberse casado con mamá.

Me dijo que, de alguna manera, el que yo lo sepa lo hace sentirse mejor, ya no tan sólo.

Mordí mi lengua cuando dijo eso, porque pude entenderlo perfectamente.

No sabía si aprovechar la ocasión para confesarle que...a mi me...gustan las chicas.

Era su momento, así que preferí dejarlo así.

Mañana volveré a clases.

Después de hablar con papá, decidí que no quiero ser presidenta de la clase. Es definitivo, nunca me gustó, y comienzo a creer que es tiempo de que haga lo que de verdad tenga ganas.

Mañana con suerte veré a mi porrista.

Tal vez me anime a contarle a Nam...

Diario de una adolescente | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora