8.

2.5K 327 98
                                    

—No era necesario, Eddy —digo tomando el peluche entre las manos.

—Pero estuvo enfermo, pobrecito.

—Bueno, te juro que se lo daré en cuanto llegue, y estoy segura de que le encantará.

Veo cómo abre la boca para responderme, pero mira detrás de mí.

—Vas tarde, Monserrat —escucho a Junior, serio—. Te quiero arriba ya.

Dicho eso, pasa a mi lado y sube por el elevador sin dirigirme la mirada.

—Ya habló mi jefe.

—Ojalá se vaya pronto, qué horror.

Sonrío y alzo los hombros.

—¿Comemos juntos? —asiente y me despido de él—. Te veo en un rato.

Subo al elevador con todo y mi carrito. Al llegar al piso, me dirijo a la primera de las puertas y, en cuanto estoy por llegar, veo a Junior asomar la cabeza desde su cuarto.

—Limpia aquí primero, por favor.

Solo dice eso y se mete en el cuarto. Ruedo los ojos; quién entiende a este hombre. Ayer, todo un príncipe, y hoy anda de malas.

Voy a su cuarto y meto todo. Lo veo recostado en la cama, por lo que decido empezar por los baños. Estamos varios minutos en completo silencio, como si no nos conociéramos. Si así quiere que sea, así será.

—¿Y ese peluche para qué es o qué?

Sonrío cuando lo escucho desde el baño.

—No seas chismoso.

—¿Te lo dio tu novio ese?

—Se llama Eduardo.

Se queda en silencio, y después de unos minutos vuelve a hablar.

—¿Pero sí es tu novio?

Sonrío.

—No, no lo es.

—Entonces, ¿por qué te anda dando cosas?

Suspiro y me levanto cuando me aseguro de que no me falta nada en el baño.

—No es para mí, es para Mati.

Lo miro, y solo me asiente desde la cama.

—¿Pero para qué regalos o qué?

—Pues estaba enfermo, solo quiere ser amable.

Me pongo a acomodar todo, y de nuevo se queda en silencio viendo su celular.

—A mí me caga ese wey.

Me río.

—Jamás has hablado con él —digo divertida—. Solo hablas conmigo y con los de la cocina para quejarte.

—Pues me cae mal y ya —dice sin verme—. ¿Que ya no me puede caer mal solo porque es tu novio?

—Ya —lo señalo—. Solo te digo que jamás has hablado con él.

Alza los hombros ignorándome; ruedo los ojos y regreso a lo mío. Me apuro para salir de ahí ya, la tensión estaba fuerte.

—No sé por qué andas tan enojado hoy —digo cuando estoy por terminar—, pero ya entendí que tú y yo jamás nos vamos a llevar bien.

Lo miro y veo que asiente desinteresado.

—Qué bueno que ya lo entendiste —responde viendo el celular—. Al chile.

Asiento.

—Perfecto —me doy la vuelta—. Hasta mañana.

Bufo frustrada y salgo de ahí. Malditos hombres tontos.

Unas horas después, termino. Voy a cambiarme para poder ir a comer. Me dirijo al comedor y veo a Junior correr frente a mí.

—Eh, ¿comemos juntos o qué?

Busco a Eduardo alrededor y veo cómo me saluda. Sonrío.

—No, ya entendí que tú y yo no nos vamos a llevar bien —respondí—. Bye.

Lo dejo ahí parado y me voy a comer junto a Eddy. Estuvimos toda la comida riendo.

—Pero bueno, ya me quiero ir a ver a mi nene —sonrío parándome—. Gracias, Eddy, nos vemos mañana.

Me acerco a despedirme con un beso en la mejilla y salgo del restaurante. Después de despedirme en recepción, salgo para tomar mi camión.

—¿Te llevo? Ya terminé —escucho a Junior.

—No.

—No te enojes, era broma —me toma del brazo—. Andaba emperrado.

—¿Y yo qué culpa tengo de lo que te pase?

—Pues me enojé por ti.

Frunzo el ceño y lo miro.

—¿Por?

—No me cae bien ese wey —lo miro molesta—, pero ya sé que te encanta y...

—Ay, ya, estoy muy cansada como para escucharte —respondo—. No sé quién te creas, pero no tengo por qué aguantar tus humores raros.

Él me mira sin saber qué decir.

—Ni mucho menos quiero —sigo—. Te agradezco mucho lo que hiciste ayer por mí, pero no te entiendo.

—Ya, perdón.

Intenta acercarse, pero niego.

—No tienes que pedir perdón, solo para con todo tu jueguito.

Dicho eso, me alejo para poder regresar sola a mi casa. Apenas llego, le sirvo de comer a mis tíos y me quedo dormida junto a mi bebé.

—Mi amor —me dice mi tía suave despacio para despertarme—, te llegó algo abajo.

Abro mis ojos despacio y bostezo.

—¿A mí? —asiente—. Ahí voy.

Unos minutos después de despertar al cien, me levanto con cuidado para no despertar a mi bebé. Bajo y me quedo mirando unos instantes la sala.

Seis juguetes grandes de bebé estaban en la sala y, encima, un ramo de rosas. Sonrío y me acerco a ver la carta que venía con las flores:

"Perdóname, ya no me voy a enojar. Déjame comer contigo, me haces reír mucho. Ya me voy a portar bien. Mis regalos para Mateo, para que lo enseñes a no impresionarse con cualquier mamada.

De: Junior H
Para: La camarista sexy ;) Es broma, no te enojes."

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora