26.

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"Hola. Solo dime a qué hora llegar al aeropuerto, no vengas por mí."
13:12 p.m.

Miro el mensaje confundido.

"Iré por ti, no te preocupes", contesto.

¿Ahora qué?

"No, me llevarán. No es necesario."
13:14 p.m

Ruedo los ojos. No me queda de otra más que responderle la hora a la que la quería ahí. Cuando llego al aeropuerto, me planto en la puerta donde la cité.

Siento cómo me tenso cuando veo a Eduardo manejando y bajándole las maletas.

—Señor Herrera —me saluda.

Pobre pendejo, pienso, mientras alzo la cabeza saludándolo.

Casi se me cae la mandíbula cuando veo a Mateo atrás, en la silla de bebé, y a Monserrat despidiéndose de él. ¿Ahora ellos son la familia feliz o qué?

—Muchas gracias, Eddy —la escucho despedirse—. Por favor, regrésalo con mis tíos.

Siguen hablando, y les doy la espalda cuando veo que se abrazan.

—Vámonos, Monserrat, ya es tarde.

Asiente, y ahora sí se despide para irse. Estaba emperradísimo. Saco mi celular rápido:

"Escondan las flores, no quiero nada en el avión. Tírenlas o algo.", le mando a Caleb.

Veo a Monserrat batallando con sus maletas y las agarro. Me agradece y solo asiento.

—No deberías dejarlo con cualquiera.

—¿Qué?

—A Mateo, mejor me lo hubieras traído.

—Junior, literalmente vas a dar un concierto. ¿Cómo lo voy a traer?

—Pues lo encargas con alguien bueno, no con ese wey.

—Oye, Eduardo es muy buena persona, y solo fue porque comimos juntos antes de venir aquí.

Me detengo y la miro. Sonrío sarcástico.

—A ese wey sí le aceptas las comidas en chinga, ¿verdad?

—Junior, ¿qué te importa? —dice molesta—. No somos nada, y yo puedo estar con quien quiera.

—¿O sea que sí estás con él?

—¿Qué te importa?

Suspiro y sigo caminando.

—Ya no voy a estar de tu pendejo —digo molesto—. A mí las flores me las tiraste a la basura, y a ese pendejo le aceptas todo.

—Él no me acusó de ratera.

La miro molesto. Mi sangre hervía. Asiento.

—Sí, ya entendí —digo serio—. Como quieras, Monserrat, cada quien en lo suyo.

Finjo desinterés y dejo de prestarle atención.

🕰️

Estamos en el after, todos sentados en la mini sala del camerino con la banda de fondo. Veo a Monserrat solo sonriendo y mirando todo. Yo estaba en el centro, con una morra a un lado.

Ni siquiera sabía qué tanto me platicaba. Solo asentía y sonreía para que Monserrat me viera.

—¿O no? —me pregunta la morra, sonriendo coqueta.

—Pues claro, mami —respondo sin saber de qué habla.

Veo que nos está mirando, y mientras tomo de mi trago, pongo la mano en la pierna de la morra.

MONSERRAT:

Siento mi estómago tensarse cuando veo la mano de Junior en la pierna de la chica con la que está.

Lo odio.

Finjo no haber visto y sigo hablando con Pantera. Intento concentrarme en él, pero constantemente estoy viéndolos. Cada vez más cerca.

Mi corazón se altera cuando veo cómo se levanta y salen agarrados de la mano del camerino. De ahí, dejé de escuchar la conversación en la que estaba.

—Oye, tengo mucho sueño —digo, fingiendo no estar afectada—. Y creo que Junior ya no me necesita. Me regresaré al hotel.

—¿No quieres que te acompañe?

Niego.

—No, no te preocupes, tú sigue divirtiéndote —le sonrío y me levanto—. Me despides de él, ¿sí?

Asiente, y me doy la vuelta. Camino rápido por todos los pasillos hasta finalmente llegar a la salida del auditorio.

Decido mejor tomar un taxi, pero cuando saco mi celular para pedirlo, un mensaje de Junior me interrumpe:

"¿Dónde andas? Todavía no te dije que puedes irte."
02:10 a.m.

Inútil.

"¿Cómo? ¿También me ocupas para ayudarte a coger con esa morra? 😦"
02:10 a.m.

Mando el mensaje enojada y me meto a Uber. Decido pedir el más caro, solo para pasarle la factura.

Lo odio, lo odio, lo odio, pienso mientras espero que acepten mi viaje.

—Entonces, ¿nada más se puede cuando tú lo haces o qué, mi amor? —lo escucho detrás de mí.

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora