—Ay, no sé, Junior —digo mientras llegamos al cuarto—. Es arriesgarte mucho.
Él alza los hombros, desinteresado.
—¿Duermes así o te presto algo más ligero?
Niego con la cabeza.
—Así está bien —respondo.
Ambos miramos la cama que estaba en el centro; aunque era una de las más grandes, seguía siendo solo una.
—No te asustes —dice, dándome un leve golpecito en el hombro.
—¿Qué vamos a hacer?
—Dormir —responde mientras me mira de reojo.
Lo volteo a ver, y él sonríe antes de tomarme de la cintura.
—¿O qué? ¿Tú quieres hacer otra cosa? —pregunta, acercando su mano a mi mejilla—. Porque yo estoy puesto.
—Estoy enferma, hazte para allá —digo, alejándome nerviosa y sonrojada.
—Tú dime —dice, metiendo las manos en los bolsillos de su pants—. ¿Dormimos juntos hoy o me voy al sillón?
—¿Tú qué quieres? —pregunto, alzando una ceja.
Él vuelve a alzar los hombros.
—Si fuera por mí, ya estaríamos empiernados, a la verga.
Sonrío, divertida.
—Ándale —dice, acercándose de nuevo a mí—. Nada más, una noche.
—Hablas como si fuéramos a hacer otra cosa.
—Pues, por cómo eres, tengo que rogarte hasta por agarrarte la mano.
Suspiro, medio sonriendo.
—Está bien, hay que dormir juntos, entonces.
Él asiente, victorioso. Tomo mi maleta del trabajo y la llevo al baño para sacar mi cepillo de dientes. Después de lavármelos, lavo mi cara y regreso a la cama.
—¿Lista? —pregunta acostado, viendo su celular.
Asiento mientras me acerco.
—Me voy a lavar y ahorita regreso —dice, levantándose—. ¿Te apago la luz?
—Por favor.
Cuando se va, me quito la sudadera, quedándome solo en un top blanco de tirantes. Alzo las cobijas y me meto debajo de ellas, estremeciéndome al sentir el frío sobre mi piel.
Cierro los ojos, sintiendo la fiebre empeorar por mis síntomas. Después de unos minutos, escucho a Junior salir del baño y siento cómo se hunde la cama.
—¿Ya te dormiste? —pregunta. Niego con la cabeza—. ¿Te puedo abrazar?
Sonrío.
—Ándale, nada más tantito.
—Si puedes —contestó e inmediatamente se acerca para abrazarme por detrás.
—¿Cómo te sientes?
—Mal.
—Es tu culpa, ¿a quién se le ocurre ir así a trabajar?
—Shh —le respondo.
Siento cómo mete su cara en el hueco de mi cuello, lo que me hace estremecer.
—No te burles —le digo, al escuchar su risa.
—Es que te retuerces toda.
—Me dan cosquillas.
—¿Y así también? —pregunta antes de darme un beso en el cuello.
Cierro los ojos, agradeciendo que la luz está apagada y que estoy de espaldas, porque de lo contrario Junior me vería extremadamente roja.
—Ya, hazte para allá —le pido.
—¿No te gusta o qué?
—Es que estoy muy enferma.
—Ay, sí, para eso sí, pero para trabajar no, ¿verdad? —dice, alejándose. Yo río.
Noto que deja de abrazarme, y volteo un poco para ver que ahora me está dando la espalda.
—¿Ya no me vas a abrazar? —le pregunto, dándole la espalda de nuevo.
—Tú sí estás loquita —contesta, rodeándome otra vez—. Ya decídete, ¿me quieres o no?
Sonrío al sentir su abrazo.
—Sí te quiero.
Siento un beso en mi mejilla.
—Yo también, princesa.
Si no estuviéramos tan cerca, habría suspirado enamorada. Me encantaba sentirme querida y apapachada.
Así, abrazada, comienzo a cerrar los ojos, intentando dormir.
—Date la vuelta tantito, quiero ver tu carita —me pide después de unos minutos.
Le hago caso, quedando cara a cara con él.
—Muchísimo mejor —dice, acomodando mis mechones de cabello.
—¿Crees que tarde mucho en recuperarme?
—No sé, preciosa —responde, aún peinándome.
—Es que no sé qué dirá mi jefe cuando le diga que tengo que estar...
—Bésame —me interrumpe.
Abro los ojos un poco más al escucharlo y sentir su cercanía. Su respiración choca con la mía.
—Por favor —dice en un tono ronco—. Nada más un beso y ya.
Me relamo los labios y lo miro. Él toma mi mentón y me acerca aún más.
—Déjame probar tu boquita, ¿sí? —acaricia mi mandíbula.
Finalmente, asiento. Me acerco y termino juntando nuestros labios, moviéndome junto a los suyos.
Él pasa su mano a mi cintura, apretándome contra él, mientras yo rodeo su cuello con mis brazos.
—Me encantas, Monserrat —dice entre besos.
No me detengo, continúo besándolo, incluso con más intensidad. Siento cómo aprieta sus dedos contra mi cintura.
—¿No me vas a decir que yo a ti?
Sonrío.
—Tú a mí, Junior.
—Así me gusta —dice, tomándome de la cadera y subiéndome encima de él. Sonríe al verme y lleva sus manos a mi mentón de nuevo—. No aguanto más —dice, agitado.
Me jala hacia él y volvemos a besarnos con intensidad. Siento su mano colarse bajo mi top, tocando mi espalda desnuda.
—Junior —digo entre besos.
—¿Mm? —pregunta sin dejar de besarme, mientras baja sus manos a mi trasero.
—Hay que parar —le pido—. Aún no.
Él se detiene y regresa sus manos a mi cadera. Me mira, agitado, y asiente.
—Vamos a dormir mejor, ¿verdad? —responde—. Somos peligrosos.
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reloj: junior h
FanfictionUna camarera designada para atender al exitoso cantante de corridos, Junior H.