32.

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—Bueno, ¿eres tonta o qué, Monserrat?

Mi tía me observa con las manos en la cintura, mientras termino de vestir a Mateo. Su tono, aunque duro, está teñido de preocupación. Me carcajeo, intentando restarle importancia.

—Hoy voy a hablar con él, tía, te lo juro.

—No es solo eso, hija—se queja, sacudiendo la cabeza—¿Cuántos días han pasado ya? No sé quién te crió, de verdad.

Me río mientras dejo a Mateo en la cama a su lado. Su mirada severa no flaquea, pero no puedo evitar sonreír.

—Ay, tía, entiéndeme. No tengo amigas ni nada—me mira levantando una ceja—Bueno, ustedes son mis amigos, pero.....

—Más te vale que hoy regreses aquí con él—me señala con el dedo—Voy a hacer la cena, y no acepto excusas. Lo traes a comer, ¿me oíste, Monserrat?

Sus palabras me estremecen un poco, pero intento mantener mi fachada relajada.

—Bueno, bueno...—me giro hacia el espejo y me observo—¿Me veo bien?

—Preciosa, mi amor—me responde mi tía, con un tono más suave ahora—Vete tranquila, aquí lo cuido yo.

Después de llenar de besos a Mateo y despedirme de ella, salgo de la casa con el corazón a mil por hora. Me dirijo al lugar donde Junior me pidió que fuera.

Al llegar, la escena es caótica. Hay luces, cámaras, gente corriendo de un lado a otro. Miro a Junior sentado entre todo ese desorden, conversando con los del staff, su rostro oculto tras esos lentes oscuros que siempre lleva. Me acerco, el estómago hecho un nudo.

—Hola, llegué.

Me mira fugazmente y asiente, pero no es el Junior que esperaba.

—Acércate con ese wey de allá—lo señala sin mirarme—Te van a dar una lista de cosas que necesitamos. Lo compras todo con la tarjeta del trabajo.

No hay un "hola", ni un saludo afectuoso. Solo instrucciones. La emoción que había sentido en el camino se desvanece de golpe. No puedo leer sus ojos, y su tono es frío, distante.

—¿Solo eso?

Él alza los hombros, indiferente.

—De mi parte sí, pero pregunta si los demás necesitan algo más.

Asiento, pero el nudo en mi estómago se aprieta más. Hace apenas una semana, estábamos desnudos en su camioneta, y ahora me habla como si fuera una desconocida. Respiro hondo, intentando no demostrar mi incomodidad.

—Bueno, gracias.

Me alejo, sintiéndome invisible entre la multitud. Sigo las instrucciones que me dieron, corro de un lado a otro para conseguir todo lo que falta.

Al regresar, el ambiente está igual de caótico. Veo a Junior hablando y riendo con una chica en ropa interior, la modelo del video. Siento una punzada de celos.

—¿Puedo irme ya?—le pregunto al chico del staff.

—No, creo que Junior te necesita para algo más. Pregúntale.

Mi corazón da un vuelco, pero mi mente está llena de dudas. Me acerco, aunque el simple hecho de caminar hacia ellos me pesa como una losa.

Cuando llego, están inmersos en una conversación relajada, ni siquiera coquetean, pero la escena me carcome. Finalmente, ella me ve y se queda en silencio, lo que hace que Junior gire la cabeza hacia mí.

—¿Qué pasó?—me pregunta sin ningún interés.

—Me dijeron que necesitabas algo.

Niega con la cabeza, como si fuera lo último en lo que quisiera pensar.

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora