25.

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—No mames, ¿y qué la vas a poner a hacer? —se burla Caleb—. Ya tienes como ochenta y cinco weyes encargándose de ti.

—Pues ahí a ver qué me invento —digo mientras sigo comiendo—. La pongo a regar las plantas o algo, el chiste es tenerla cerca.

—Verga, Junior —dice riéndose—, con lo que le vas a pagar, mejor te las riego yo.

Sonrío y continúo a lo mío.

—Hoy es su primer día, ¿no? —asiento—. ¿Qué la vas a poner a hacer?

Suspiro, observando a mi alrededor.

—La voy a poner a diseñar la casa.

Caleb me mira incrédulo y se ríe.

—Ay, güey, pero ella ni se dedica a eso.

Alzo los hombros mientras llevo otro bocado a mi boca.

—Va a ser su casa, que la arregle como quiera.

—Verga, estás perdidísimo.

Me río y saco el celular para escribirle, al fin me había desbloqueado:

"Eh, paso por ti en una hora. Ponte lista, quiero que me acompañes a comprar unas cosas. Puedes llevar a Mateo, si quieres".

Termino de comer rápido, me meto a bañar y salgo rumbo a la casa de Monserrat. No cualquiera la va a traer con chofer, pero yo sí.

—Ya estoy aquí —le digo cuando me contesta el teléfono.

A los pocos minutos la veo salir, pero sin bebé.

—¿Y Mateo?

Se le escapa una sonrisa cuando le pregunto. Sonreiría también, pero necesitaba que esto pareciera trabajo, o no aceptaría.

—Decidí que mejor lo llevaría a la guardería.

Bufo y asiento.

—¿Me subo adelante o me voy atrás?

Alzo los hombros, fingiendo que no me importa.

—Donde quieras.

"Por favor, vente adelante. Por favor", pienso. Giro la cabeza y sonrío cuando veo que abre la puerta del copiloto.

—Vámonos, pues.

Ninguno de los dos habla. Yo estaba nervioso como un imbécil y ni siquiera sabía por qué. Me estaciono, me pongo los lentes y bajo para abrirle la puerta.

—¿Y qué vamos a hacer aquí? —me pregunta confundida al ver la tienda de artículos para la casa.

—Quiero que me ayudes a elegir cosas para la nueva casa.

Asiente, pero sigue frunciendo el ceño. Entramos a la tienda y saco mi cartera.

—Toma, tú elige y pagas —le acerco mi tarjeta—. Voy a ir por un café o algo, ¿qué te gusta?

—Oye, Junior, pero aunque sea dime lo que quieres. No puedo escoger solo lo que a mí me guste.

—Es exactamente lo que quiero que hagas.

Me mira sin saber qué decir.

—Finge que la casa es para ti.

—Es que no funciona así —responde seria—. Aunque sea dime para qué, acompáñame.

Suspiro y asiento.

—Vamos.

Así, mientras yo le iba diciendo qué habitación, ella iba eligiendo lo que pondría. Yo simplemente decía que sí a cualquier cosa que me propusiera.

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora