Capitulo 39

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Practicamos hasta casi las once de la noche del jueves. Mi mamá vino y nos trajo la cena, pasamos el tiempo mientras practicábamos. Para la hora en que me fui a la cama, estaba tan insoportablemente cansada que casi no me despierto pensando en las pruebas y en Liam, Sara, Harry y todos los demás. Casi. Y después llegó el viernes. La mañana del día de la pruebas. Y fue viernes en la tarde, y era el momento de las pruebas.

Salí a la cancha, flanqueada por Sara y Beth, con mis nervios anudados. La práctica de las chicas JV se combinaría con las prácticas de las chicas del universitario, pero Beth y su grupo iban a estar separadas.Sara y yo estaríamos emparejadas con una chica del universitario. Recorrí el campo mientras nos aproximábamos. Harr y Niall estaban sentados en las gradas y nos alzaron sus pulgares. Pero Graham no. Busqué una vez más, luchando contra la decepción. Había estado tan segura de que vendría. Esto era por lo que habíamos estado trabajando juntos. ¿Cómo no podía estar aquí para apoyarme? Pero no estaba. Simplemente no estaba.

—¿Qué estás buscando? —preguntó Sara.
—A nadie.
—Duh, está buscando a Liam —dijo Beth—. ¿Qué pasa con ustedes chicos?
Todavía no nos has contado nada. Sacudí mi cabeza y me armé de valor contra la onda de miseria. —Hoy es día
de fútbol. —De ninguna manera arruinaría las pruebas por estar desilusionada de Liam—. La entrenadora del universitario ya está aquí.

La entrenadora Young estaba parada junto a la Entrenadora Merrill, con un sujetapapeles en su mano.
Súbitamente, sentí nauseas. Me quedé donde estaba. —No puedo hacerlo.
—Sí, puedes —Sara agarró mi brazo y empezó a arrastrarme hacia el banquillo, pero me retorcí fuera de su alcance, mis manos temblaban.
—No, no puedo. ¿Y si lo arruino? —Apoyé las manos sobre mis muslos y me incliné sobre ellos, tratando de retener mi respiración dentro del pecho, que repentinamente se había tensado. Había trabajado tan duro por esto, y ahora estaba aquí—. Lo arruiné tanto como en la última práctica con ellos. Esta es mi última oportunidad.

—Entonces, si fallas, estarás conmigo en JV y nos divertiremos —dijo Beth—. ¿Qué hay de malo en eso?
—Es‖ sólo‖ que...‖—Cerré mis ojos traté de respirar. Ellas no lo entenderían. Nadie entendería cuán importante era esto. Sentí una mano sobre mi espalda, entonces alguien se apoyó a mi lado. Mi corazón dio un brinco, y mis ojos se abrieron de golpe. —¿Liam?
Pero era mi mamá. Estaba en cuclillas a mi lado y tocaba mi hombro. —Estarás estupenda. Eres bastante buena. Ni siquiera tienes que dar lo mejor y lo lograrás.
La miré fijamente, la tensión de mi cuerpo empezaba calmarse. —¿Y si no puedo jugar?
Sonrió. —Estarás bien —levantó su teléfono celular—. Alguien quiere hablar contigo.

Agarré el teléfono. —¿Liam?
—Hey, ____ —dijo mi papá—. ¿Cómo estás?
—¿Papá? —Fruncí el ceño—. ¿Por qué me estás llamando?
—Porque no puedo estar allí, pero quería que supieras que estaba pensando en ti. Lo harás muy bien.
Pateé una brizna de césped y tomé una profunda respiración. Tenía razón. Estaría muy bien. —Puedo hacerlo.
—Apuesto a que puedes. ¿Qué tal una cena el domingo por la noche?
Levanté mi cabeza. —¿En serio? ¿Cena tú y yo?
—Sí. Para celebrar entrar al universitario.
Sonreí. —Bien. —La Entrenadora Merrill sopló su silbato—. Tengo que irme. Adiós.

Colgué y le devolví el teléfono a mamá, ya sintiéndome mejor. Sara colgó su brazo sobre mi hombro. —Bueno, ____, así está la cosa. La última vez lo arruinaste porque te estabas esforzando demasiado. Todo lo que tienes que hacer es concentrarte, como lo haces en la práctica. Piensa en la pelota y el partido, no en el universitario o cualquier cosa como esa —golpeó su cabeza—. Tú problema es que eres demasiado intensa ahí afuera. Lo hago mejor porque me relajo y voy con la corriente, me dejo tener éxito en vez de forzarlo.

La miré, poniendo en marcha su consejo en mi mente. Tenía sentido. —Gracias.
—Vamos a patear algunos traseros, ¿sí? —Me dio una sonrisa que era cien por ciento actitud.
Su expresión me enardeció. —Entendido.
Caminamos hacia el grupo de las chicas del universitario, cuando la entrenadora Young me asignó como pareja a la misma chica universitario de la última vez, la que me había dominado, Sara se inclinó y susurró: — Eres tan
buena como ella. Créelo. Y sigue tus instintos.

Pensé en cuanto había practicado con Liam, y las sesiones de ejercicios nocturnos con Sara y Beth la noche anterior, y supe que era verdad. Lo creía.

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