Era perfecto, simplemente perfecto.
El fin de semana de Nicole fue un asco, ya que estuvo todos esos días con un humor de perros y para mejorarlo, el lunes tendría que comenzar su castigo. Debía de limpiar los grafitis de los casilleros y los baños de las instalaciones del instituto. Perfecto, era una maravilla. ¿Qué más podía suceder?
Al llegar el lunes a la escuela saludo a sus amigos y pensó que el día podría mejorar cuando comió un rico cupcake de vainilla, pero obviamente no iba a ser asi cuando el idiota de Mateo Palacios apareció en el pasillo, tomado de la mano de su novia.
Nicole prácticamente rechino los dientes al verlos pasar. Mateo vestia una camiseta sin mangas junto con un pantalón holgado y Malu su uniforme de porrista. Para la desgracia de la ojiverde, los dos lucían bien juntos.
- Fenómeno - se burlo al pasar junto a ella.
- Imbecil - devolvió Nicole, captando la pequeña sombra asesina que había en los ojos marrones.
Un chico de primero que salía corriendo hacia una clase, paso junto a ellos y Malu lo hizo caer. Mateo comenzó a reírse de él, animando a los demás estudiantes del pasillo a burlarse. El pequeño niño se hundió de hombros y salió corriendo, Nicole suspiro. Parecía que cada año Mateo empeoraba más.
- Cada año es mas idiota - comento Emilia y Nicole por un momento pensó que le había leído la mente.
Después de clases, y de haber cumplido con su asqueroso castigo, decidió ir a la biblioteca. Pensaba que encontraría a el pelinegro allí, pero no fue asi. Se sentó en la misma mesa de siempre, observando con decepción la mesa del fondo vacia. De alguna manera se sentía sola y termino sin estudiar realmente, solo mirando hacia el techo.
Fue hasta las estanterías y comenzó a buscar un libro, no tenia ni idea de cual quería encontrar, pero seria alguno que le hiciera olvidar su asqueroso día. Termino leyendo uno de Stephen King y prácticamente ocupo toda la hora. Al terminar, lo volvió a guardar y se llevo otro diferente. Fue hasta la pequeña sala de estar, en la biblioteca tenían una en la cual habían dos pequeños sillones de dos plazas, formando un cuadrado alrededor de una mesita ratonera. Se recostó en uno de los sillones, intentado leer su libro de biología, y los parpados comenzaron a parecerle pesados. Antes de darse cuenta, cayo dormida.
Después de un rato comenzó a sentir como alguien acariciaba su rostro y apartaba un mechón de cabello de su frente cuidadosamente, temiendo despertarla, provocando que Nicole arrugara la nariz. Casi de inmediato, sintió la perdida de la cálida mano en su rostro cuando esta se alejó rápidamente. Nicole comenzó a parpadear y a restregarse los ojos, intentando quitarse el sueño.
Escucho unos pasos apresurados y un golpe. Al abrir los ojos y enfocarlos se encontró con Mateo, quien estaba con los ojos abiertos y parecía haber tropezado sus piernas con el borde de la mesa y ahora se había caído, sentado.
Mateo la contemplaba con una mezcla de horror y miedo. Sus mejillas estaban rojas, pero, muy pronto para su gusto, recupero la mirada irritada que le caracterizaba.
- ¿Qué tanto miras? - pregunto levantándose y sacudiéndose el pantalón llevaba una pulsera colorida y Nicole le molesto saber a quién pertenecía.
- La pregunta es, ¿Qué haces tu aquí? - dijo muy a la defensiva y rascándose el cuello, había estado teniendo un lindo sueño hasta que la despertó.
- Yo iba a buscar un libro y justamente lo tienes tu. Intentaba tomarlo mientras dormias - explico, señalando el tomo de biología y el de Charles Dickens que había bajo su brazo, Nicole lo miro sorprendida.
- ¿Tu lees libros?
- Pues claro, imbécil - dijo, rodando los ojos.
- Pensé que seria mucho para tu cerebro de plástico, ¿sabes? Porque creía que ustedes pensaban todo el día en chicas y idioteces - dijo Nicole burlonamente, formando una sonrisa traviesa en sus labios.
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Rivales | Nicki Nicole y Trueno
De TodoNicole comienza la secundaria sintiendo las burlas de sus compañeros, entre un grupo de chicos conocerá a el popular Mateo Palacios. Desde su primer encuentro, entre ellos se desatará una gran rivalidad y guerra sin tregua, se odian a muerte o al me...