Mi vida es color ámbar || Minsung

dos

― ¡Eso es! — Exclamé mientras llegábamos a la universidad.

Hyunjin caminaba a mi lado y era bastante evidente su mirada curiosa. Puesto que me había mantenido en silencio todo el camino hacia la universidad mientras él parloteaba sin parar.

En los últimos minutos él se había callado hasta que exclamé las últimas palabras.

― ¿Qué es qué?

― Ya sé dónde escuché el nombre de ese chico, Bang Chan. — Murmuré un poco bajo chasqueando la lengua al terminar.

― Soy todo oídos. — Una sonrisa estiró las comisuras de sus labios y centró aún más su atención en mí.

― Tengo un compañero de clase que coincide conmigo en algunas materias y siempre se sienta junto a mí. Es un chico simpático, me cae bien y es bastante conversador. Trato de no prestarle mucha atención o si no nunca sabría de qué tratan las clases, sin embargo he hablado varias veces con él, lo suficiente para haberlo escuchado nombrar a Bang Chan.

― ¿Lo conozco?

― No, es un chico muy bueno para que lo conozcas. ― Esta vez caminé más rápido luego de decir aquellas palabras.

― ¡Aún no me has dicho que tiene que ver el uno con el otro!

Apresuró el paso hasta alcanzarme con solo un par de zancadas. Maldito poste de piernas largas.

Me detuve un momento y el hizo lo mismo, ajusté mis lentes redondos y lo encaré unos segundos antes de responder a su duda.

― Son hermanos.

― Oh. Quisiera conocerlo.

― No. — Murmuré de manera cortante antes de volver a caminar rápidamente a mi primera clase, con Hyunjin pisándome los talones, por desgracia compartíamos esta juntos, ni siquiera sé por qué estoy huyendo si de igual forma estará bastante próximo a mí para atacarme con preguntas.

― ¿Por qué no? ¿Te gusta? ― Comenzó el bombardeo y solo me senté en mi puesto al final de la clase junto a la ventana.

― No es eso imbécil, es solo que se ve demasiado inocente para que le arruines la vida.

Él se dejó caer en la silla a mi lado mientras se tocaba el pecho con una fingida expresión de dolor.

― ¡Auch!

― Sabes que eres una mala influencia para cualquiera. — La sinceridad se desbordaba en mis palabras, pero también la burla.

― ¿Y tú? ― Cruzó los brazos contra su pecho recostando su espalda en la silla.

― Yo soy… un buen chico. — Dije en voz baja tanteando el borde de mi sudadera con mis dedos.

― ¿Me estás jodiendo verdad?

― No. — Lo observé de nuevo y dejé las manos sobre la mesa a la vez que me volteaba un poco hacia él. — Dime tú cómo soy.

Sonrió mientras se aclaraba la garganta, parecía que iba a dar un buen discurso, aunque sentía que no usaría muchos argumentos, lo conocía.

― Tienes buen aspecto para ser sincero, aunque lo arruinas con lo malhumorado que eres y algunas veces también tienes aires de chico malo... — Entrecerró los ojos y se acercó a mi oído para susurrar lo demás. — Pero eso es sólo la superficie, en realidad eres un chico genial que quiere tener más conocidos pero no sabes cómo.

Enarqué las cejas sorprendido, aquella descripción había sido tan acertada que me dolía un poco lo cierta que era. Él se alejó en cuanto terminó de decir aquellas palabras y ladeé mi cabeza con una leve sonrisa antes de hablar.