A la mañana siguiente la confusión me llenó por unos cuantos segundos, y cuando pude ubicarme en tiempo y espacio, me levanté con lentitud de la cama y entré al baño de la habitación. Hice una mueca cuando me alejé un poco el bóxer y noté mi pene inyectado en la tela de éste. Dios, que vergüenza, era uno de los boxers nuevos de Minho y mira de qué manera le daba su primer uso.
Hice mis necesidades y me las ingenié para lavarme los dientes con el dedo porque no me sentía bien usando alguno de los cepillos de Minho. Volví a ponerme el pantalón chándal y observé la hora en la pantalla de mi celular, eran las once de la mañana y mi estómago estaba gruñendo. Me pregunto a qué hora me dormí ayer.
Con cuidado salí de la habitación y exploré el panorama dándome cuenta de que estaba despejado. Podía hacer esto.
Me dirigí a la cocina en busca de algo para saciar mi hambre, no sé cuantas horas llevo con el estómago vacío, pero mi cuerpo reclamaba comida con urgencia, y no se la podía negar. Preparé un almuerzo ligero y comí solo en la isla de la cocina. Serví un poco en un plato y tomé una silla de la cocina para llevármela junto con el recipiente. Al estar frente aquella puerta un montón de pensamientos inundaron mi mente recordándome mi estado, sabiendo que estaría así al menos este y otro día más. Toqué la puerta al dejar la silla en el suelo y puse el plato sobre esta. Iba a tocar otra vez al no obtener respuesta pero el leve olor que llegó a mis fosas nasales fue suficiente para saber que ya estaba del otro lado de la puerta, escuchándome.
— Buenos días Min, yo... sé que es algo tarde, pero recién me desperté así que preparé un poco de almuerzo. No debes descuidar tu alimentación, ya me regañaron a mí por eso.
— Está bien, gracias Sung. — La sonrisa que sentí en su manera de hablar provocó una en mis labios también.
— Que lo aproveches.
Y sin más, me retiré a la habitación de nuevo. Aproveché para llamar a Lix y preguntarle sobre Hyunjin, y me sentí muy bien de recibir buenas noticias, él había estado recurriendo la casa del mayor y aparentemente estaba mejorando con rapidez. Y como no si estaba en compañía del rubio que lo volvía loco.
El resto del día transcurrió tranquilo. Mi celo bajaba y volvía a un punto cupide. Nunca había sentido tantas ansias de ser follado en mi vida, y nunca había deseado a alguien con tanto ímpetu como ahora. Era extraño pero increíble, y nada se comparaba con la satisfacción que me daba escuchar su voz cuando estaba en la punta del éxtasis. Cuanto deseaba que fuera él el que reemplazara la camisa que olía sin parar para calmar mis ansias de tocar su puerta hasta que me abriera.
La puerta, claro.
Y otra cosa también, pillín.
En la noche hice lo mismo con la comida, y a la mañana siguiente con el desayuno, repetí el proceso con el almuerzo, y pensaba hacer lo mismo con la comida, pero los increíbles espasmos que sufría mi cuerpo no dejaban que pudiera cocinar siquiera. En ese momento lo único que deseaba, era a Minho. Aunque bueno, es lo único que he estado deseando desde hace mucho.
Me levanté de la cama y caminé con decisión hasta la puerta tras la cual se escondía el mayor. Pero esta estaba cerrada, como siempre. Me senté en el suelo dispuesto a esperar allí unas cuantas horas, pero por supuesto, él ya sabía que estaba allí.
— ¿No deberías estar encerrado en mi habitación? ¿Qué haces ahí travieso? — El hecho de que me llamara de esa forma me gustaba tanto que no podía quejarme aunque mi antiguo yo lo habría hecho, es extraño, hasta yo admito que este es un nuevo yo. Me gusta como suena.
Me quedé en silencio y decidí que no respondería a nada hasta que él abriera la puerta.
— ¿No me vas a hablar?
Silencio.
— ¿Te me estás rebelando, bonito?
Mi cuerpo entero sufrió una sacudida al escuchar su nueva forma de dirigirse a mí, y su voz no me había afectado tanto como ahora. Se supone que es el último día, pero es el más fuerte de todos los anteriores, ni siquiera puedo luchar contra mi propio deseo.
No escuché nada más de su parte, en cambio, la puerta se abrió con lentitud y me puse de pie rápidamente. Un alto chico sin camisa se erguía frente a mí, siendo más alto por al menos diez centímetros y mirándome con ojos profundos, no era el gris característico, era un color casi azul, un hermoso color que me incitó a acercarme, cosa que él me impidió hacer.
— No deberías estar aquí. — Sonaba más calmado que la primera noche, y también que la segunda, casi parecía que estaba saliendo de su celo, pero a la vez parecía que se estaba resistiendo, mucho.
— Déjame pasar. No tienes que resistirte. — Mi voz sonó casi como una súplica, y a este punto ya no me importaba si no me quedaba dignidad, solo quería que me tomara de una vez.
Se acercó a mí en la penumbra de la noche, la sala de estar tenía las luces encendidas, en cambio las de la habitación en la que estaba las tenía apagadas, así que ahora que salió un poco, la luz incidió más sobre él.
Se miraba hermoso, incluso estaba un poco sudado. Su cabello completamente despeinado, además de una ligera barba de dos días que lo hacía ver aún más sexy de lo normal. O probablemente eran mis hormonas, no me importaba, solo quiero que me tome.
Su mano envolvió la parte posterior de mi cuello y me acercó a él para poseer mi boca de manera ruda. No era un beso delicado como los que le gustaba darme, era un beso cargado de deseo que me demostraba todo lo que había estado sufriendo estos tres días y lo que sentía justo ahora. Era la lujuria misma en un simple roce de lenguas que me estaba dejando sin aliento.
Respiró en mi boca y para cuando nos volvió a unir nuestros dientes chocaron levemente. Ladeó un poco su cabeza y succionó mi labio inferior sin separarse de mis belfos. Su mano se enredó en mi cabello, y cuando intenté sujetar sus hombros y acercarlo a mí, un leve empujón me alejó de él cortando el beso. Él se echó para atrás dejándome ver el brillo lujurioso en sus orbes y respiró profundo.
— A mi habitación, ahora.
Y sin más, cerró la puerta en mi cara, dejándome fuera, otra vez. Casi lloro de frustración allí mismo.
— Eso fue grosero.
— Me perdonarás, es por tu bien. — Su voz había dejado de ser calmada, y podía escuchar como ponía el seguro otra vez. Él no me iba a volver a abrir.
— Estúpido.
— En la madrugada de ayer no me decías eso. — Sabía que tenía una sonrisa socarrona en la cara, lo quería golpear fuertemente, y que luego me follara sin piedad, pero primero quería golpearlo.
Gruñí y me di vuelta para volver a la habitación, aunque sonó más como un quejido de perro herido que como un gruñido que quiere intentar intimidar. Que idiota soy, en verdad.
Me encerré en la habitación, y el sufrimiento regresó a mí.
.
.
.
.
.
.
.
.
.Cap cortito, pero bueno, espero que lo hayan disfrutado.
A partir del próximo capítulo le voy a poner un subtítulo a los caps, así como un nombre.
Nos leemos pronto!
ESTÁS LEYENDO
Mi vida es color ámbar || Minsung
FanfictionEs malhumorado, es dependiente, y un antisocial, pero ama la música. Han Jisung está jodido, y ni siquiera es consciente de ello. Lee Minho es misterioso, es encantador, y está soltero, pero ama a Jisung con todo su desastre. Se conocen por casualid...