veintitrés

8 2 0
                                    

°
Ex
°

Aquel día había sido medianamente tedioso en la universidad. Nos habían asignado un trabajo en parejas y me había tocado con una chica de la cual ni siquiera sabía el nombre, pero sí sabía que era bastante presumida, quizás demasiado. No era que me cayera mal, simplemente me estresaba en esos momentos que decía su típico “Yo lo hago porque se dice que eres torpe y prefiero que quede perfecto y no hecho una mierda como tú”. Ni siquiera era una buena frase o forma de insultarme, pero ella creía que era lo máximo.

Luego de lo del trabajo estuve diciendo maldiciones toda la mañana. Ya tenía prácticamente olvidada esa parte de mí en donde me irritaba por todo fácilmente. Así que sabía que eso sería un pequeño problema el resto del día.

Mientras caminaba por los pasillos hacia los casilleros, un chico me chocó el hombro prácticamente a propósito, un beta, y sabía que me iba a irritar más de lo que debería.

— Mira por donde caminas. — Murmuró lo suficientemente alto para que yo lo escuchara y algunas cabezas se voltearan hacia nosotros.

Aunque yo me mantenía de espaldas y no estaba dispuesto a encararlo y hacerle mucho caso. Aún así, eso no me detuvo de responderle de manera despectiva.

— No es como que necesites todo el pasillo para caminar, hasta el omega más tierno tiene más contextura que tú. — Sin mirar hacia atrás escuché algunos murmullos, y de ser una alfa podría sentir el aroma agrio saliendo de él. En cambio sentí como tomaron mi sudadera y fui estampado contra un casillero. Mi cabello cayó en frente de mis ojos solo pudiendo ver un poco a través de las hebras castañas y mis lentes mal acomodados.

El rostro enfadado de, si mal no recuerdo, Samuel, se plantó frente a mí y apretó los dientes con molestia. Soy un omega, el es un beta, fácilmente él podría tener más fuerza, pero quizás mi mal humor me sirva para soltarme de su agarre y salir de allí.

— ¿Quién mierda te crees para hablarme así, imbécil? — Gruñó cerca de mi rostro, aunque un poco más abajo, puesto que aunque éramos de la misma estatura, su agarre me tenía un poco elevado del suelo, quedando así de puntillas.

Enseguida unos cuantos estudiantes nos rodearon para presenciar la escena. No sabía mucho de Samuel, pero lo poco que había escuchado en los pasillos, es que solía ser bastante sensible. Y aunque era un beta, había implantado su dominio y nadie se metía con él, excepto los alfas, esos idiotas siempre teniendo más poder.

Ni siquiera me puso nervioso la posición, probablemente hoy me daba igual todo y solo quería irme a casa y dormir un largo rato, quizás para siempre.

No sé a qué se debe precisamente mi malhumor hoy, se supone que ya había pasado esa etapa de mi vida, pero hoy mi lobo a estado poco presente, y eso, me tiene bastante irritado. Me había acostumbrado a la conexión que habíamos desarrollado, y más aún desde el beso que compartí con Minho el día de la cafetería. Luego de eso no lo volví a ver, poco me había llamado, y yo no me atrevía a textearle por orgullo, o quizás porque nunca había hecho esto y no sabía cómo actuar con el mayor.

Pero bueno, el alfa no es alguien en quien deba pensar precisamente en este momento, no ahora que estoy siendo acorralado contra un casillero y corro el riesgo de que me dé una paliza.

¿Exagerado? No lo creo.

— ¡Responde! — La voz completamente molesta del beta me sacó de mis enredados pensamientos, y rodé los ojos sin darle la importancia que debería. Recordaba mis días en la secundaria cuando me molestaban constantemente, eso no había sucedido aquí en ningún momento. Sospecho que por la presencia de mi mejor amigo, a quien respetaban de más solo por ser un alfa. ¿Ven lo que les digo? Los prejuicios no han desaparecido, nunca lo harán.

Mi vida es color ámbar || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora