veinte

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Secuestro
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Al día siguiente ya me sentía mucho mejor, aparentemente mi celo había terminado, y aunque aún soltaba algunas feromonas, sabía que el cansancio sin razón de mi cuerpo se debía a que ya había acabado.

Me di una ducha y tomé un supresor que esta vez sí que me ayudó un poco más. Mi olor parecía casi imperceptible, y agradecí al cielo porque así fuera. Con el permiso de Dios y pidiendo disculpas a Minho, tomé algunos supresores del frasco y los eché en el bolsillo de mi pantalón, si, mi pantalón. Ya estaba vestido con mi ropa, excepto por la camisa que seguía siendo una de Minho que tomé de su clóset, él seguía teniendo la mía.

Salí de la habitación con cautela y me aseguré de que no hubiera nadie, es decir, que no estuviese Minho por ahí. Caminé rápido a la puerta principal y salí de allí viendo el auto de Chan aparcado frente a la casa en la que me encontraba. Previamente había llamado a Lix, y aunque pensé que se iba a irritar por haberlo llamado a las seis de la mañana, él simplemente dijo que se alegraba de que por fin me iba a ver y que estaba a mi completa disposición para llevarme a casa.

En cuanto subí al auto mi amigo me rodeó con un abrazo y aunque un poco torpe al inicio, correspondí con la misma intensidad sin saber muy bien la razón de su gesto.

— ¿Estás... bien, Lix?

Él se separó con algunas lagrimillas en las mejillas y una leve sonrisa.

— Sí, sí, es solo que, tú me salvaste de nuevo. Y quería, bueno, agradecértelo.

Sonreí tomando su mano y dándole un pequeño apretoncito.

— Hey, simplemente soy tu héroe, no puedo evitar rescatarte.

Rió levemente y se limpió la humedad en sus mejillas con una sonrisa.

— Si, lo eres. Gracias Ji.

— No me tienes que agradecer. Solo llévame a casa por favor, antes de que se dé cuenta que no estoy.

— Deberías aprovechar el viaje y contármelo todo, ¿sabes?

Una suave risa escapó de mis labios y me di cuenta de lo risueño que estaba hasta ahora.

— Bueno... creo que estoy enamorado de Minho.

[>>>]

El celular sonaba con insistencia en mi cama y al tomarlo contesté de inmediato, sin preocuparme por el regaño que podría recibir al marcharme sin avisar en la mañana.

Te fuiste. — Su voz, esa voz aunque algo diferente por medio de la llamada, seguía siendo tan cautivadora que me era imposible no enamorarme aún más de ella. Recuerdos distorsionados de lo bien que me hizo sentir solo su voz, llegaron a mi mente provocando un violento sonrojo en mis mejillas.

— Lo siento. Es que ya terminó mi celo y... bueno, debo volver a la universidad.

Lo sé, mi celo terminó también. Es solo que... quería verte.

Y sí, allí estaban las mariposas otra vez.

— Aún podemos vernos luego, ¿no? — No podía evitar el tono entusiasta aunque dudoso que usaba para hablar. Deseaba verlo cuanto antes, y no sabía lo peligroso y emocionante que podía significar eso, porque yo estaba cayendo por él aún más rápido de lo que imaginaba.

Por supuesto.

Sonreí como un idiota y rasqué mi nuca sin saber qué decir a continuación, quiero decir, yo quería verlo ahora mismo, pero la sensibilidad de mi cuerpo no sería precisamente genial para él. Probablemente aún desprenda feromonas de sexo.

Mi vida es color ámbar || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora