veintiuno

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Agotado
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Los días fantásticos que estaba teniendo no podían durar mucho, y aunque hace algún tiempo lo estaba esperando, con toda esta mierda del ex novio de Lix, había olvidado algunos problemas que probablemente debí darles más importancia.

Hace unas semanas fui citado a la oficina del director para que se me notificara que pronto la casa de acogida dejaría de hacerse cargo del apartamento en el que me había estado alojando hace más de un año ya. La idea de alejarme de aquel lugar, aún era impactante para mí, y aunque era pequeño y poco valioso, para mí era importante. Allí había vivido desde que la casa de acogida me dio la tan anhelada libertad. Unas buenas - más bien excelentes - calificaciones, y un talento innato para la música, me abrió las puertas de la universidad y con ello una beca que me garantizaría un buen futuro si seguía así.

La buena suerte que había tenido me había hecho olvidarme que en algún momento el apartamento tendría que ser por mi cuenta, o tendría que moverme a otro. O quizás no fue la buena suerte, sino la concentración que tenía en la universidad y el anhelo de un título que me abriera el resto de las puertas.

Ahora, parado frente a la oficina del director, sabía para lo que me estaban citando.

Tomé una gran bocanada de aire y con ello el valor para enfrentarme a mi destino. Con la mano en el picaporte abrí la puerta luego de haber tocado y recibir - por desgracia - la palabra "adelante" como respuesta. No, no estoy listo para que me echen de casa aún.

El señor Kim siempre había lucido elegante y joven por muy mayor que sea, era innegable que era un hombre apuesto en todos los sentidos, y aunque era un omega, era dominante y estricto en todo el sentido de la palabra. Espero que también sea un poco flexible para que me dé tiempo para conseguir un trabajo, algo que debí hacer hace mucho pero no, no lo hice.

Junté las manos frente a mí y traté de no ponerme nervioso de inmediato, aunque sabía que pronto sería así.

- Buenos días señor Kim. - El mencionado no hizo por levantar la vista de los papeles que estaba revisando, pero señaló la silla frente a él al otro lado del escritorio.

Yo me senté, mis manos habían empezado a sudar, y empeoraron cuando me di cuenta que mi expediente era lo que estaba en sus manos.

- Supongo que ya tiene una idea de por qué ha sido citado hoy.

- Así es señor. - Me sorprendió que aún no me temblara la voz, así que me alegré de que ese lado con actitud fuerte aún estaba presente en mí, a veces (probablemente casi nunca).

- Bien. - El director cerró mi expediente y me miró por primera vez. Su expresión seria provocó que me flaqueran las piernas. - Entonces esto no nos tomará mucho.

Su voz, dura y llena de autoridad terminó por ponerme nervioso finalmente. Tragué saliva y realmente esperé salir pronto de aquella oficina.

- Como ya sabe, recibió una notificación hace dos semanas donde se le comunicó que la institución o casa de acogida como usted la conoce, dejará de llevar los gastos de su residencia. La misma no está en los campus de la escuela, sin embargo, la universidad decidió hacerse cargo de los gastos de ésta hace tres meses, ya que las capacidades en las residencias juveniles habían sido ocupadas totalmente. Sin embargo, usted posee un talento y eficiencia que no deseábamos perder, así que nos hicimos cargo de dichos gastos hasta que se pudiera establecer en la ciudad. - Sonrió levemente y juntó sus manos en la mesa. Me miró a través de unos anteojos similares a los míos, expectante a mi reacción. Presioné los labios en una línea casi recta con la mirada fija en él. - Pero eso no es algo que ya no sepa.

Mi vida es color ámbar || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora