once

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Y de nuevo estábamos todos en la casa de Hwang, pasando un rato juntos y como le gustaba decir a Lix, reafirmando nuestra amistad para ser el mejor grupo de amigos del mundo. Se había vuelto una costumbre pasar tiempo entre todos haciendo cualquier cosa o a veces solo charlando. Nunca había pertenecido a un grupo, y este era genial para ser el primero.

Había pasado una semana desde el incidente con el ex de Félix. Y extrañamente no había vuelto a aparecer. Sin embargo no habíamos bajado la guardia, Lix nunca estaba solo, y yo trataba de no volver tan tarde a mi apartamento para evitar contratiempos en el camino. Aunque debía admitir que estaba preocupado. No había visto muchas veces a ese tipo, pero por lo que podía analizar, no se quedaría de brazos cruzados tomando en cuenta el temperamento que tiene.

En ese momento, comíamos palomitas en silencio mientras veíamos un programa de televisión aburridísimo que nadie se atrevía a quitar. A mi lado se encontraba Lix con la cabeza apoyada en mi hombro, probablemente estaba dormido, porque no se había movido en un buen rato para llenar su puño de palomitas. Y yo no me atrevía a moverme o podría despertarlo en caso de que estuviera dormido.

Frente a nosotros estaban los tres alfas sentados en los puffs, a ellos parecía interesarle un poco más el programa, porque parecían hipnotizados y ninguno dejaba de mirar la pantalla.

No era muy tarde, pero seguramente ya se estaba haciendo un poco oscuro. Era hora de que me fuese, la noche no tardaría en cubrir completamente la ciudad, y no quería estar fuera de casa cuando eso sucediera.

— Hyunjin — Susurré intentando llamar su atención, mas este no pareció escucharme.

Tomé una palomita y se la lancé, fallé a la primera, pero al segundo intento logré darle en la nuca, provocando que se volteara rápidamente.

Le hice señas de que se acercara sin moverme mucho, y le expliqué que ya debía irme, ya que se estaba haciendo tarde. Con cuidado cargó a Félix en sus brazos y éste se acurrucó en su pecho tal cual bebé buscando el calor de su progenitor. Me causó muchísima ternura aquella escena. Y cuando el mayor salió de allí aproveché para irme.

Les parecerá grosera mi actitud al no despedirme de los dos mayores, pero si lo hacía, querrían acompañarme y me sentía mejor yéndome solo a casa, mientras me apurara todo estaría bien.

Mi celular sonó en mi bolsillo cuando hube transcurrido solamente dos calles, y el nombre de Minho con letras mayúsculas adornaba la pantalla. Mi corazón se aceleró automáticamente, y no dudé en responder ni un segundo más, sin detener mi caminar por nada del mundo.

Te fuiste solo. — Fueron sus palabras nada más responder.

— Puedo llegar sin un rasguño a mi apartamento, solo debo caminar rápido.

Jisung. — Me reprendió, y aunque fuese solo por teléfono, su naturaleza de alfa hizo que mis piernas temblaran ante esa voz que usó.

— Lo siento, estaré bien ¿vale? Te llamaré en cuanto llegue para avisarte. — No escuché una respuesta, solo silencio, alejé el auricular de mi oído y observé la pantalla solo para darme cuenta de que había finalizado la llamada.

Se habrá molestado.

Y bueno, se preguntarán donde surgió tanta confianza. Y debo decir, que ni yo mismo tengo idea. No nos hemos besado más desde el incidente con Changbin, pero debo admitir que habla conmigo más que antes. A veces va a mi apartamento sin avisar, solo para saber cómo estoy, o como dice él “No me malinterpretes, pero vengo a hacer mi recorrido habitual para asegurarme que Changbin no esté aquí”. Me resulta demasiado lindo que haga eso, porque dice Lix que en su casa no hace ningún recorrido, que seguro lo hace conmigo porque le preocupo.

Mi vida es color ámbar || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora