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Martes 20 de Octubre de 2003 Palacio de la Zarzuela

Felipe había ya dado el aviso a sus padres, esa noche cenarían los 4 , El Rey Juan Carlos , La Reina Sofía, el Príncipe y Letizia Ortiz ,todos los empleados de el palacio esperaban expectantes a ese momento, Felipe por su lado estaba sereno, tranquilo y sabía que Letizia llevaría la situación a una manera relajada al mismo nivel que el , no le preocupaban sus papás , ni tampoco el que pensar de ellos, el ya había tomado una decisión es Letizia o renunciaba a la corona y a todo ,cediéndosela de ese modo a Elena.

Juan Carlos en su despecho se sentía por primera vez derrotado ante un Felipe enamorado, un Felipe que ya no le importaba nada ni nadie más, admitía que su hijo ya no era un niño , ni ningún adolescente al que podían manipular , claramente era un hombre ya que sabía lo que quería y que se había enamorado , y ante eso ya no había nada ni mucho menos nadie que pudiese impedirle salir de esos pensamientos.

Doña Sofía, como toda una mujer apasionada por su casa y por dar una buena imagen e impresión a la gente , se movía de un lado a otro , chequeaba en la cocina si todo estaba ordenado de la manera que ella deseaba , no podía negar que sentía cierta intriga que aquella mujer que hace 1 año su hijo miraba por la televisión , esa noche estaría cenando con ellos y lo más lógico así mismo anunciando su llegada a la familia.

Letizia en su piso , caminaba de un lado a otro , con sus manos en su cintura o en su cabeza, Felipe le estaba recordando cada media hora o cada hora que esa noche el la recogería para ir a una cena con sus papás , sería presentada ante ellos , lo que temía era a de que Felipe después de esa noche cambiará por completo con ella , como siempre había sucedió con sus antiguas relaciones, había aceptado por no quedar mal con el , pero el temor estaba en su mente , cuando de repente su móvil comenzó a soñar nuevamente.

-Felipe: Hola mi amor -sonríe- se que ya es la llamada número 16 que te hago en este día , pero amo escuchar tu voz , quisiera tenerte aquí conmigo.

-Letizia: Mi amor tu voz me calma y deseara aferrarme a tus brazos en este momento , aún no se que ponerme , no se que diré , no se absolutamente nada , simplemente tengo claro que te amo y que te amaré siempre.

-Felipe: Mi amor tú con lo que te coloques de ropa te miras divina, hermosísima , y logras acaparar toda atención y sobre todo desconcentrarme a mi, con solo suspirar , y escúchame mi amor , te amo y te amo tanto que ya sabes que estoy dispuesto a todo por quedarme para siempre contigo , así el mundo se oponga yo deseo y anhelo quedarme contigo te amo.

-Letizia: Ven temprano por favor necesito sentirte tus brazos en mi , necesito escuchar como late tu corazón mi amor por favor.

-Felipe: Ahora mismo saldré para tu casa mi amor -sonríe- tranquila mi amor , si me tomas de la mano durante la cena , todo fluirá por qué esa es mi prueba de que te quiero aquí , aquí conmigo de lunes a lunes , las veinticuatro horas del día , fines de semana , y todos los días mi amor.

Las horas pasaban como una máquina para Letizia y Felipe , aunque el ya estuviese con ella, ella aún sentía tensiones , sentía que no sabía que hacer , que decir y que hacer , Felipe la abrazaba y jugaba con su cabello, para el no hay mujer perfecta , más que ella.

Iban en el coche una noche fría de otoño , una noche llena de luces , común en Madrid, coches que iban y venían, Felipe perdido en conducir la carretera y Letizia en su mente haciéndose preguntas que solo ella conocía ¿por qué a mi? ¿a dónde llegaremos? Esas eran una que otra pregunta que rondaba en la cabeza de Létizia , en el Palacio de la Zarzuela una Sofía impaciente esperaba a su hijo y a su nuera , si se le podía llamar así , Juan Carlos aceptaba que había perdido , aceptaba que esta vez quien movió las mejores piezas fue su hijo , algo poco común en el , perder ante un hijo y mucho más ante Felipe , pero esto así era había perdido y le tocaba afrontar su derrota.
La llegada a aquella entrada a Letizia le provocó algunas náuseas poco evidentes , esos 7 o 8 kilómetros desde la entrada hasta el palacio , donde solo se miraba un terreno enorme , animales y un Felipe que de reojo la miraba y sonreía , solo Dios y ella sabían cómo se sentían en ese momento , su vida cambiaría para bien o para mal , pero de lo seguro era que un cambio se avecinaba.

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