Capitulo 8

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"La verdadera libertad surge

al rechazar las definiciones impuestas 

y abrazar la propia verdad."

La mañana llegó con una luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de la lujosa habitación

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La mañana llegó con una luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de la lujosa habitación. Gulf se despertó con un sabor amargo en la boca y la sensación de que no había logrado avanzar nada desde la noche anterior. Se sentó en la cama, el recuerdo de su intento de escape todavía fresco en su mente. Sabía que lo peor estaba por venir.

Cuando lo llamaron para el desayuno, su estómago se revolvió. En la mesa del comedor, el rey de Haewn lo esperaba, imponente y severo, como siempre. La sala estaba decorada con ostentación, pero Gulf apenas notó los lujos a su alrededor. Lo que realmente le preocupaba era el hombre que tenía frente a él.

—Siéntate —ordenó el rey, su voz resonando en la habitación como un trueno. Gulf se sentó en la mesa, manteniendo la mirada fija en el plato frente a él, sin atreverse a cruzar los ojos con el rey.

—He oído que intentaste escapar —comenzó el rey, su tono de voz helado. Gulf no respondió, solo siguió observando su comida. La tensión en el aire era palpable. Finalmente, el rey rompió el silencio—. ¿Te crees más astuto que las leyes de este reino? ¿Crees que puedes simplemente irte?

Gulf levantó la mirada con ira. No iba a dejar que el rey lo intimidara. —¿Y qué si lo intenté? —respondió, desafiándolo—. Haría lo mismo mil veces si eso significa volver a Onseker.

El rey lo miró con incredulidad, sus ojos entrecerrados. La actitud desafiante de Gulf lo tomó por sorpresa. En Haewn, un Omega nunca había hecho una declaración tan audaz, y menos aún en presencia del rey.

—¡Cómo puedes ser tan insolente, Omega! —la voz furiosa y alterada del rey hizo que Gulf flaquease por un momento.

—Yo no soy un maldito Omega —replicó con firmeza, levantándose de su silla y golpeando la mesa con furia. Aunque en su interior se revolvía el dolor de su verdad, prefería morir antes que aceptarlo. —Soy un Beta, y no tengo interés en tu maldita corona o en Haewn. Solo quiero volver a mi casa.

El rey lo observó atónito, incapaz de procesar la nueva información que Gulf había revelado. Nunca había existido una reina Beta en la historia del reino, y la tradición de Haewn claramente establecía que debía ser un Omega. La declaración de Gulf le había dado un giro inesperado a la conversación.

—Eso no tiene sentido. ¿Qué me estás diciendo? —el rey preguntó, atónito—. Nunca ha habido un Beta que pueda aspirar a tal honor. La tradición exige un Omega.

Gulf sonrió con desdén, desafiando al rey con su mirada. —Lamentablemente, no soy la persona que buscas. Con todo respeto, su majestad, déjeme ir y busque a su maldito Omega.

El rey, completamente desconcertado, se vio atrapado en una encrucijada. Sabía que debía recurrir a sus consejeros y ancianos para encontrar una respuesta a esta insólita situación. La idea de que su hijo desposara a un Beta era impensable, y el pueblo jamás lo aceptaría. La tradición de Haewn pesaba sobre sus hombros, y Gulf acababa de desafiarla de la manera más inesperada.

 La tradición de Haewn pesaba sobre sus hombros, y Gulf acababa de desafiarla de la manera más inesperada

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Dato curioso:
Onseker esta a dos dias de caminata de Haewn.

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