Capitulo 3

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"Nada de esto es por casualidad".

La puerta se abrió con un crujido, revelando una imponente sala iluminada por candelabros dorados que colgaban del techo, y el suelo de mármol reflejaba la luz tenue, creando un ambiente solemne

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La puerta se abrió con un crujido, revelando una imponente sala iluminada por candelabros dorados que colgaban del techo, y el suelo de mármol reflejaba la luz tenue, creando un ambiente solemne. En el centro de la sala, una mesa larga de madera oscura dominaba el espacio, rodeada por sillas talladas con diseños preciosos. Tres hombres, estaban sentados alrededor de ella, observando a Gulf con expresiones serias.

El rey estaba entre ellos, su presencia inconfundible. La corona que descansaba sobre su cabeza, adornada con gemas resplandecientes, lo hacía evidente. Su porte era majestuoso, y aunque una sonrisa suave curvaba sus labios, sus ojos destilaban una mezcla de curiosidad y autoridad.

—Ya estás aquí —dijo el rey, su voz profunda resonando en la sala mientras le dedicaba una sonrisa. Con un gesto elegante, lo invitó a sentarse en una de las sillas vacías.

Gulf aún confundido y desconcertado por la situación, se sentó lentamente en el lugar que el rey le señaló. Su mente corría, tratando de entender por qué había sido llevado ante el rey. ¿Era algo tan serio? El pensamiento le causó un nudo en el estómago, y la ansiedad comenzó a apoderarse de él, haciendo que sus manos temblaran ligeramente mientras esperaba lo que vendría.

—Escucha —dijo el rey, inclinándose ligeramente hacia adelante— ¿Sabes por qué estás aquí?

Gulf lo sabía, claro que lo sabía, pero el miedo lo impulsó a jugar su última carta: la ignorancia. Negó con la cabeza, intentando mantener una expresión inocente.

El rey dejó escapar una risa suave, pero cargada de cierta malicia. —Es porque robaste algo muy importante —dijo, mientras sus dedos enguantados se movían hacia una pequeña caja de madera que reposaba a su lado. La abrió con delicadeza, revelando su contenido—. Esto —continuó, levantando un anillo de plata.

—¡Señor! ¡Rey! ¡Yo! —Gulf comenzó a balbucear—¡A mí me tendieron una trampa! ¡Se lo juro! ¡Yo no sabía que el anillo era suyo, de haberlo sabido, nunca lo habría aceptado! ¡Se lo juro! —Las palabras se enredaban en su boca mientras intentaba explicar su inocencia.

El rey volvió a reír, esta vez con más fuerza, disfrutando claramente del nerviosismo de Gulf. Se levantó de su asiento con un movimiento fluido y comenzó a caminar alrededor de la mesa, sus pasos resonaban en la sala.

—Muchacho, aquí en Haewn hay una tradición. Verás, si quieres ser rey, debes desposar a alguien, pero no a cualquiera —se detuvo y fijó sus ojos en Gulf, el tono de su voz bajando para añadir un peso mayor a sus palabras—. El dedo de tu prometido debe encajar perfectamente en el anillo.

Gulf sintió que la sangre abandonaba su rostro, palideciendo al recordar cómo casi pierde el anillo en el bosque y cómo, sin pensar mucho, se lo colocó en su propio dedo.

—Y parece que a ti te queda a la perfección.

—No, espere, debe haber un error. Es decir, hay muchas personas con dedos del mismo tamaño —dijo Gulf rápidamente, intentando encontrar alguna salida.

—Sí, es verdad —concedió el rey, deteniéndose frente a él— pero cuando el anillo ha elegido, su zafiro brillará. Bien es sabido. —recitó como si estuviera pronunciando un antiguo proverbio.

El rey hizo un gesto al guardia que estaba detrás de Gulf, quien inmediatamente tomó la mano del joven y la acercó al monarca. Con una calma inquietante, el rey deslizó la sortija en su dedo anular.

"Oh, Dios, no te pido nada, pero por favor líbrame de esta mierda", rogó Gulf internamente, sintiendo el peso de la situación aplastarlo.

La sala quedó en un silencio expectante. Todos los presentes, incluido Gulf, observaban el anillo con atención. Entonces, el zafiro incrustado en la sortija comenzó a emitir un brillante resplandor azul, confirmando lo inevitable.

—¡Esperemos que Mew se entere de esto! —exclamó el rey, su voz cargada de entusiasmo—. Hijo mío, ¿cómo te llamas?

—...Gulf —respondió en apenas un susurro, aún en estado de shock, incapaz de procesar lo que acababa de suceder.

Gulf —respondió en apenas un susurro, aún en estado de shock, incapaz de procesar lo que acababa de suceder

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