Capitulo 13

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"La presión del deber puede ahogar nuestros deseos, 

mostrando que incluso los más fuertes pueden sentirse atrapados."

El sol apenas había salido cuando el castillo de Haewn se convirtió en un torbellino de actividad

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El sol apenas había salido cuando el castillo de Haewn se convirtió en un torbellino de actividad. Los ecos de las órdenes resonaban por los pasillos, y los sirvientes corrían de un lado a otro, llevando telas lujosas, joyas relucientes y elaborados arreglos florales. 

La boda de Mew y Gulf, que había sido planeada con tan poca antelación, se volvió una desenfrenada muestra de riqueza, destinada a impresionar a cada noble y conde que había recibido una invitación a última hora.

Mew, sin embargo, se encontraba en una habitación oscura, lejos de la euforia del evento. Se miró en el espejo, observando el reflejo de un alfa dominante de 26 años. Su estatura de 1.83 metros lo hacía destacar, y su complexión, aunque no excesivamente musculosa, evidenciaba un cuerpo bien entrenado por años de práctica en combate cuerpo a cuerpo y con espada. Tenía una tez blanca que contrastaba con su cabello oscuro, y su rostro, atractivo e imponente, mostraba pequeñas cicatrices que contaban historias de batallas pasadas. A pesar de su apariencia segura y fuerte, un peso abrumador lo oprimía. Sabía que era el sucesor al trono, y el sentido de responsabilidad que esto conllevaba había sido su compañero desde que tenía uso de razón.

Pero hoy, en lugar de emoción por el futuro, lo que sentía era impotencia. La decisión de casarse había sido tomada sin su consentimiento, y ahora se enfrentaba a la realidad de compartir su vida con un Omega que apenas conocía. Gulf, un extraño cuyo destino se había entrelazado con el suyo por la presión de la tradición, era un concepto difícil de asimilar.

Mientras los preparativos se aceleraban en el castillo, Mew sentía que su mundo se deslizaba entre sus dedos. ¿Por qué debía ceder a las demandas de su padre y los consejeros? ¿Por qué su vida debía estar dictada por una tradición que parecía ignorar sus deseos? La idea de ser Rey lo entusiasmaba; quería mejorar Haewn, llevarlo a un nuevo amanecer. Pero ahora, todo parecía una prisión dorada.

Mientras los nobles llegaban y tomaban sus asientos, Mew se sumía en su propia lucha interna. El sonido de las risas y las conversaciones distantes se convertía en un murmullo sordo en sus oídos. La gente hablaba de la boda, de lo que significaba para el reino, pero él no podía dejar de pensar en lo absurdo de la prisa por una boda.—¿Qué sabe la gente de mí? —murmuró para sí mismo, sintiéndose frustrado. —No tienen idea de lo que realmente significa ser el príncipe. No pueden entender el peso de la corona. 

En medio de sus pensamientos, un sirviente entró de repente, interrumpiendo su soledad. —Su Alteza, es hora de prepararse. Debe vestirse para la ceremonia.— Mew asintió con un suspiro, sabiendo que no podía retrasar más su destino. Mientras los sirvientes se apresuraban a ayudarlo a vestirse, el sonido de las telas y los broches resonaba en la habitación, pero su mente estaba en otro lugar. Cada prenda que le colocaban, cada detalle que ajustaban, le recordaba lo inevitable de la ceremonia que estaba por comenzar. Mientras abrochaban su capa de terciopelo y ajustaban las joyas, Mew no podía evitar pensar en Gulf. ¿Cómo sería él? ¿Qué pasaría por su cabeza en este día? La idea de compartir su vida con alguien a quien no conocía lo llenaba de incertidumbre. No podía dejar de preguntarse cómo sería el Omega que estaba destinado a convertirse en su pareja. El reflejo en el espejo parecía burlarse de él; el príncipe vestido para una boda que no había elegido. Pero, en el fondo, deseaba encontrar una chispa de conexión, una posibilidad de que este matrimonio impuesto pudiera transformarse en algo más. Sin embargo, la presión de la tradición y la falta de control sobre su propio destino lo mantenían atrapado en su ansiedad. Finalmente, el momento llegó. Mew tomó una respiración profunda y salió de la habitación, decidido a enfrentar lo que el día le deparaba. Al avanzar por el pasillo, el bullicio de la celebración resonaba a su alrededor, y él se sintió un poco más fuerte al recordar que, aunque no había elegido este camino, todavía tenía el poder de forjar su propio futuro en el reino que amaba.

 Al avanzar por el pasillo, el bullicio de la celebración resonaba a su alrededor, y él se sintió un poco más fuerte al recordar que, aunque no había elegido este camino, todavía tenía el poder de forjar su propio futuro en el reino que amaba

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Estoy un poco ocupado.

El anilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora