5. Las lentejas

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Martin

Miro la pantalla del teléfono y veo que es prácticamente la hora de comer. Llevo sin salir de la habitación desde que me encerré ayer. Solo lo he hecho para ir al aseo, que menos mal está justo en frente de mi puerta, para así poder asegurarme de que no había nadie en el pasillo.

Tengo tanta hambre, que creo que va siendo hora de que me enfrente mi destino y salga a la cocina a buscar algo para comer. Contesto a algunos mensajes de mi familia y mis amigos contándoles que estoy bien; ya les hablaré otro día con más tranquilidad del espectáculo de circo que viví ayer. Me dispongo a levantarme de la cama cuando mi móvil empieza a sonar.

-¡Hola corazón de melón! ¿Ya estás asentado?

-Hola Denna. A medias. He estado toda la mañana colocando cosas, pero tengo la cabeza en mil sitios. Ya te contaré.

Conocí a Almudena cuando yo tenía 8 años y ella 9 en el campamento de verano de interpretación al que iba todos los veranos en Málaga y desde entonces habíamos sido inseparables. Nos pasábamos los veranos juntos, y durante el curso seguíamos manteniendo el contacto. Siempre fantaseábamos con tener la suerte de algún día poder entrar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Denna lo consiguió el año pasado, y yo he tenido la gran suerte de ser admitido este año; por eso no podía perder la oportunidad de venir a vivir a la capital.

-Pues mira, el plan que te tengo te va a ayudar a dejar de pensar y despejar la mente.

-¿Qué plan?

- Es viernes amor. Llegaste ayer y tienes un finde para desfasar antes de empezar las clases el lunes. Esta noche se sale.

-Ni de coña.

-¡Martin! Tienes que socializar. Además te quiero presentar a la nueva compi de piso que tengo, que empieza este año como tú. Así el lunes ya tienes alguien con quien ir a clase.

-No me apetece nada Denna. Llegué ayer super cansado encontrándome un panorama un tanto raro y encima anoche no dormí bien.

-¡Venga Martin porfa! Tengo muchas ganas de verte. Si vienes, te prometo que la semana que viene que te llevo al sitio ese al que querías ir en el que te ponen una copa de vino y un lienzo en blanco para que pintes.

-Tentador. Pero es que... pff... no sé Denna.

-Mira, te voy a dejar que te lo pienses que te conozco y sé que necesitas darle vueltas antes a las cosas. Te cuelgo ya que voy a comer con el churri y me está esperando ya un rato abajo.

-Vale, dale recuerdos de mi parte.

-Yo se los doy, pero espero tu mensaje esta tarde, ¿eh?

-Ya veremos. Te quiero.

-Yo te quiero más.

Abro la puerta de mi habitación y un olor a comida inunda mis fosas nasales. Sigo el rastro hasta la cocina y veo a Paco de espaldas delante de los fogones removiendo algo dentro de una olla.

-¿Vas a pasar o te vas a quedar ahí como un pasmarote? - dice sin darse la vuelta.

Me hago un poco el valiente y entro sentándome en una silla frente la mesa en la que reposan una cesta con pan, dos vasos, dos cucharas y dos servilletas. ¿Ha pensando en mi?

-No te emociones chaval, Nieves me ha obligado – dice sorprendiéndome de nuevo.

Cuando levanto la mirada lo veo frente a mi con dos platos humeantes en las manos que coloca sobre la mesa.

-¿Nieves?

-Mi ahijada. Dice que tengo que portarme bien contigo y hacerte de comer o me mete dos enfermeras internas. Como comprenderás no necesito a más gente aquí perturbando mi silencio. Además, tengo un espía que le chiva las cosas, por lo que no puedo hacer trampa.

-Ya – asiento mientras observo lo que hay ante mi haciendo una mueca.

-¿No te gustan las lentejas?

-No.

-¿Tienes 5 años?

-No me ha gustado nunca la textura. Y si nos vamos a poner a hablar de personas que parece que tienen 5 años se me ocurren otros ejemplos – digo encarando una ceja.

- Estas te van a gustar – dice ignorando mi comentario anterior – Hazme caso. Pruébalas. No conozco a nadie a quien no le gusten.

Cojo la cuchara, dubitativo ,metiéndomela en la boca después de soplar un poco y saboreo el contenido.

-¿Y bien? - espera mi respuesta.

- Meh, no son nada del otro mundo – miento. Están que te cagas, pero no se lo pienso reconocer.

- Y una mierda. Con estas lentejas gané el concurso de comida casera de Madrid en el 79. Fue mi plato más demandado en el primer restaurante que abrí. Te tomas el plato y automáticamente se te cae la ropa interior al suelo. No ves una tía con bragas en 20 kilómetros a la redonda.

-Por dios... - suspiro mientras se descojona.

Seguimos comiendo en silencio cuando para de reírse hasta que vuelve a hablar.

-Perdón.

-¿Cómo? - pregunto confundido.

- Por el susto de ayer. No estuvo bien. Tenía que haber buscado otra forma de echarte.

La madre que lo parió.

-¿Lo de pedir perdón ha sido también cosa de Nieves?

- Efectivamente.

-Bueno, pues a gracias a Nieves entonces.

-Mira chaval. No tengo nada en contra de ti. Estoy muy a gusto solo. Como ves puedo levantarme, andar, cocinar, hacer otras cosas... - comenta insinuante mientras levanta las cejas.

-¡Qué asco! No necesitaba saber esa información - digo tapándome la cara.

-Por dios, seguro que tú tampoco eres un monje de clausura.– comenta mientras se ríe - Lo que intento decirte es que me valgo por mí mismo. Entiendo que Nieves se preocupe por mí, pero no necesitaba a nadie. Vamos a intentar llevarnos de forma cordial y vernos lo menos posible para que se pase rápido este suplicio.

Asiento haciéndole saber que lo he estado escuchando y estoy de acuerdo y me levanto a dejar el plato en el fregador.

Aunque la cosa ha ido un poco mejor, me niego a pasar otra noche más aquí encerrado aguantando a esta persona más tiempo del estipulado, así que cambio de idea respecto al plan que me ha ofrecido antes mi amiga.

-Por cierto, esta noche voy a salir. - informo.

-¿Y a mí que me cuentas? Mejor. Por mi por si no vuelves. Coge las llaves eso sí, no pienso levantarme a abrirte. Y aquí ligues no te traes que no quiero escuchar cosas raras.

Ruedo los ojos mientras salgo hacia mi habitación. Ya voy pillándole el tranquillo a este señor.

-¿Dónde vas? ¡Yo cocino, tú friegas! - grita desde la cocina.

-¡Que sí! Ahora voy.

- ¡Y para no haberte gustado te ha faltado comerte el plato también!

Lo ignoro y saco el teléfono mandándole un mensaje a Denna sabiendo que se va a tomar mi pregunta como una confirmación.


bueno, y esta noche quién iría?


Ay nene! ¡Qué bien! Pues mira, vienen Kiki y el churri, que ya los conoces de cuando viniste a verme el año pasado y la chica nueva que quería presentarte.


Alex viene solo?


Ah, no. Viene con sus compis de piso. Pero te van a caer genial, ya verás. 

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