Francisco
Diciembre de 1967
Llevo casi dos semanas contando los días, tachando uno tras otro en el calendario de la cocina, esperando el momento en el que Raúl vuelva a casa. A nuestra casa. Sé que solo ha ido a Magallón a visitar a su familia, pero desde el momento en que salió por esa puerta, he sentido un vacío constante. Como si algo vital se hubiese ido con él.
Hoy, por fin, vuelve. Me he pasado la tarde cocinando, queriendo darle una sorpresa cuando llegue. Me he esforzado en hacer su comida favorita, aunque soy consciente de que no es un chef lo que necesitamos ahora, sino a nosotros mimos. Nos necesitamos.
La cena está lista sobre la mesa. Me siento en el sofá, cogiendo un libro que no logro leer. Cada sonido de la escalera me hace levantar la vista, esperando que sean sus pasos subiendo. Y, finalmente, a eso de las nueve de la noche, escucho las llaves en la cerradura. Mi corazón late fuerte y no puedo evitar sonreír.
Cuando Raúl entra en el salón, le señalo la mesa con un gesto exagerado y grito: "¡Sorpresa!". Me lanzo a abrazarlo, lleno de alegría.
Pero algo no está bien. Lo noto en cómo me abraza, con demasiada fuerza, casi como si temiese que si me suelta, el mundo podría desmoronarse. Pasan unos segundos más y empiezo a escuchar su respiración entrecortada, luego los sollozos. Me congelo, incapaz de procesar lo que está pasando. Lo que debería ser un reencuentro lleno de risas y felicidad, se está tiñendo de un dolor que no entiendo.
Me separo un poco, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos, y veo el rostro de Raúl completamente quebrado. Sus ojos están rojos, llenos de lágrimas, y su expresión es una mezcla de sufrimiento y culpa.
-¿Qué pasa? -le pregunto en un susurro con la voz temblando.
No puede contestarme. Rompe a llorar aún más fuerte y, de repente, se arrodilla en el suelo, aferrándose a mi cintura. Su desesperación me rompe el alma. Nunca lo había visto así, nunca. Algo está terriblemente mal, y mi mente empieza a llenarse de preguntas, de miedo.
Lo levanto como puedo, tirando suavemente de él hacia el sofá. Nos sentamos, y Raúl se deja caer sobre mi regazo, llorando, mientras yo le acaricio el pelo y la espalda. No digo nada más, esperando, intentando mantenerme calmado, pero cada segundo que pasa sin que me explique lo que ocurre, aumenta mi ansiedad. No me gusta nada este silencio, este llanto. Algo horrible está pasando.
Después de lo que parece una eternidad, Raúl levanta la cabeza y murmura, entrecortado:
-Lo siento... lo siento tanto mi amor... He tenido que hacerlo. No tenía otra opción.
-¿Hacer qué? -mi voz es apenas un hilo, pero ya empiezo a sentir que no quiero escuchar la respuesta.
Raúl cierra los ojos y respira hondo antes de decir, muy bajo:
-Me voy a casar.
Siento como si el mundo se detuviera por completo. He oído mal, ¿no? No puede ser. No puede haber dicho eso. Miro a Raúl, esperando que sea una especie de malentendido o de broma por tocar los cojones, pero cuando repite las palabras, la realidad se estampa en mi pecho como una losa de cemento.
-¿Qué...? ¿Cómo? ¿Qué quieres decir con que te vas a casar? -mi voz sale más alta de lo que pretendía, casi gritando, porque no puedo, no quiero creerlo.
Y entonces, Raúl empieza a contármelo todo. Cómo su padre lo escuchó hablar de mí con su hermana, cómo lo confrontó, cómo lo obligó a tomar una decisión con respecto a su vida. Cómo, tras escapar de esa situación, apareció Adela, su única novia formal, a la que había dejado años atrás. Me cuenta sobre el embarazo de Adela, sobre el hombre que la abandonó. Cómo él no podía permitir que ella quedara desamparada, a merced de sus padres, que probablemente le pegarían y la abandonarían a su suerte, y cómo todo lo que podía hacer era casarse con ella para protegerla, para darle un futuro a ella y al bebé. Para tranquilizar a su familia, para que su padre pudiese vivir más tranquilo.
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All I Ask
FanfictionMartin encuentra en internet una oportunidad única: mudarse a Madrid para vivir en la casa de un anciano solitario a cambio del pago de una pequeña renta y compañía. Paco, un hombre gruñón y reservado, no tiene interés en compartir su espacio e inte...