8. Por el bien de ambos

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Juanjo

Después de unos cuantos juegos tontos de beber, nos vamos a una discoteca en el centro. A mí no es que me apeteciese mucho, pero veía a todo el mundo más animando de lo normal. Y cuando digo animado, me refiero a borracho. Yo estaba bastante bien después de haberme bebido solo una copa, hoy no me apetecía más, por lo que creo que el papel de vigilante de los demás me tocaba por descarte.

Por otra parte, estaba mi conversación en casa de Denna con Martin. No había sido especialmente extensa, pero me había sentido bien. Notaba como si abrirme con el chico fuese increíblemente fácil y tuviese la necesidad de saber más de él y de que él supiese más de mí. Tenía además una voz que me calmaba, un brillo en los ojos muy particular y un magnetismo que no pasaba desapercibido.

Esto también me llevaba a ser incapaz de apartar la mirada de la pista de baile, donde se encontraba moviéndose al ritmo de la música con las chicas. Se nota que lo suyo es el mundo de lo artístico, sabe atrapar al espectador en cualquier contexto de la vida. No podía despegar los ojos de él desde mi posición apoyado delante de la barra.

-Le molan los tíos.

-¿Perdón? - pregunto mirando a Álvaro que se recuesta en la barra a mi lado.

- Que le gustan los tíos. Antes en el juego de 'Matar, follar, casar' le he dado a elegir entre Ross Lynch, David Bisbal y Ester Expósito. Ha dicho que se casaba con Ross y se follaba a Bisbal. Creo que eso es una señal clara. He hecho la jugada maestra de meter a Ester Expósito en la ecuación. Los tíos a los que les gustan las tías son generalmente unos básicos que no hubiesen matado a la protagonista del baile de caderas más viral de la pandemia. Hasta yo dudé de mi sexualidad después de ver ese vídeo.

- Y todo esto me lo dices porque..... - cuestiono encarando una ceja.

- Para que aproveches la oportunidad, mendrugo. Tienes delante de ti al descendiente más cercano de Apolo, dios de la belleza, en la tierra y no mueves ficha. Además, no es solo guapo, he estado hablando con él un rato antes de que llegases y se le ve inteligente y buena persona. Y lo de que tengáis una casa a la que ambos tenéis acceso continuo, con un viejo que probablemente esté sordo y no escuche los ruidos que hagáis es un plus.

-¡Álvaro! - le grito mientras noto como mi cara va alcanzando una temperatura superior a la normal.

-¿Qué? No he dicho ninguna mentira.

- No voy a "mover ficha". Es raro. Precisamente por lo que has dicho. Vive en casa de Paco y yo estoy allí constantemente, sería una situación super incómoda para los tres. Además, es mono, sí, pero tampoco me he fijado mucho más allá.

Mentira. Mentira. Mentira. Mentirosoooooooooo.

-Entonces, no te importará que el movimiento lo haga yo, ¿verdad?

-No.

Otra vez mentira.

-Bueno, pues voy para allá. Deséame suerte entonces – dice guiñándome un ojo.

- Suerte – le digo con la boca pequeña mientras se aleja hacia la pista en dirección a Martin y al resto.

Observo como le dice algo al llegar y este empieza a reírse. Comienzan a bailar y pasan un par de canciones hasta que Álvaro se vuelve a inclinar para decirle algo al oído y los dos desaparecen de la mano de mi campo de visión. ¡Estupendo!

-¿Me pones un ginebra-limón? - le pido al camarero al girarme a la barra. Voy a necesitar al menos una bebida más para que el alcohol mate lo que sea que esté pasando en mi estómago ahora mismo.

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