6. ¿Y tú qué haces aquí?

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Juanjo

Alex se ha empeñado en salir esta noche. No es que me apetezca mucho, pero es verdad que hace tiempo que no hacemos un plan los cuatro juntos. Además, estaremos primero un rato casa de su novia Denna. Adoro a Denna, desde el momento en que la conocí conectamos. Tenemos el mismo humor y nos gustan las mismas chorradas, por lo que cualquier plan que incluya a la rubia me parece bien.

-¿Te vas ya? - pregunta Bea asomando la cabeza desde su habitación.

- Si. Voy a pasarme a ver a Paco un rato. Tengo un poco de miedo de que haya cambiado de estrategia y en vez de hacerse el muerto, haya querido cargarse al pobre Martin. Va a ser una visita rápida, así que nos vemos directamente allí.

- Vale amor. A mí me quedan unos 10 minutos. Alex está en casa de Denna desde esta tarde y Álvaro ha bajado a por no se qué botella para chupitos que está muy de moda. Cuando vuelva tiraremos para allá.

-Genial. Nos vemos allí Beuchi – digo mientras le lanzo un beso.

El camino hacia la casa de Paco no es muy largo. Podría coger el metro, pero llego andando en una media hora, y me apetece que me dé un poco el aire en la cara.

Cuando subo me lo encuentro en el salón viendo, para mi sorpresa, un capítulo de ... ¿Crónicas Vampíricas?

-¿Tú sabías que existe la mezcla de hombre lobo y vampiro? ¿No? Pues yo tampoco lo sabía. Me acabo de enterar. Se llaman híbridos, como los coches estos modernos de ahora. Y también te digo, esta tía, la Elena esta, es tonta a más no poder. Todo pasa siempre por su culpa. Yo hubiese dejado que la matasen por pesada. A ella, y al rubio este que trabaja en el bar, que se muere todo el mundo menos él, coño. Damon me cae bien, es de los míos. - me cuenta mirando la pantalla super interesado.

-¿Qué leches haces viendo tú eso? - digo mientras le cojo el mando para parar la reproducción.

- ¿Qué pasa? Lo primero que me salió el otro día al meterme en la otra web esta. Es que ya voy al día con los Bridgerton.

- Madre mía... - digo riendo- cómo te estas aprovechando de mis cuentas en todas las plataformas.

- Fuiste tú el que te pusiste pesado con que aprendiese a usar esta mierda para que no me aburriese.

-Ya ya.... - ruedo los ojos - Bueno, ¿dónde está Martin?

-¿Quién?

-Paco... - ruedo los ojos - Martin. El chico que vive ahora contigo al que ayer casi matas de un infarto. ¿Lo recuerdas?

- Ahhh, ¿El del gato acostado en el labio? No está. Ha dicho que iba a salir, cosa que me ha venido de puta madre, por cierto. Necesitaba mi momento de paz, que como siempre vienes tú a joder.

-¿Te has portado bien con él hoy? - pregunto encarando una ceja e ignorando su último comentario.

-Le he hecho la comida y todo, y no ha tenido cojones a apreciar mis lentejas. Y tú sabes lo buenas que están mis lentejas.

-Después de lo de ayer, ¿qué esperabas? Yo ni te hubiese vuelto a dirigir la palabra. Pero si, tus lentejas están ricas. Desde que me enseñaste la receta no paro de hacerlas en casa.

-Todo lo que sabes de cocina lo has aprendido de mí. Deberías estar agradecido. Si no, serías un inútil que come congelados constantemente.

- Espera, esa frase de los congelados me suena. ¿Por eso a Bea le ha dado ahora por hacerse la chef?

-Es mi niña. Es a la única que aguanto de todo vuestro grupo de niñatos. Tiene que comer como Dios manda, no puedo permitir que se alimente de mierdas toda la vida. Por eso le di la receta del cocido, tiene que aprender a cocinar como te enseñé a ti. ¿Qué tal le salió?

- Estaba rico, pero no tanto como cuando lo preparo yo - sonrío con suficiencia.

- Eres un cabrón arrogante.

- Mira quien fue a hablar – rio mientras me siento en el sofá y observo con detenimiento la foto que tiene con mi abuelo en uno de los muebles. Los dos sonríen delante de la catedral de Santiago de Compostela con el uniforme militar. ¡Cómo lo echo de menos!

-Oye, ¿Y cómo es que te ha dado por ser amable? Con Martin, digo. - pregunto para cambiar de tema y que mi mente se despeje de pensamientos melancólicos.

-Tu madre.

-Ya decía yo...

- Pensaba hacer alguna triquiñuela, como la de darle la razón y luego hacer lo que me saliese de los huevos, pero me ha amenazado otra vez con las enfermeras. Dice que tiene un espía para que le chive lo que hago – me dice con una mirada acusatoria.

-Llámame Bona, Juanjo Bona. Agente 004. - pongo mis manos en forma de pistola y hago como que lo apunto con ella.

- Eres imbécil perdido. Lo que tiene que hacer uno por la familia.

-Es lo que hay. A apechugar chavalote. Y bueno, yo me voy ya que he quedado con unos amigos. Voy a salir también. He venido a hacerte una visita rápida que no me fio ni un pelo de ti .- le informo mientras me levanto del sofá.

- Disfruta de la juventud tú que puedes.

- Tú ya tuviste mi edad. Ya la disfrutaste – le contesto mientras salgo del salón.

-Ya, bueno.... - le oigo comentar en tono triste.

Pero no pregunto más porque lo conozco y sé lo reservado que es. Hay una época de su vida de la que nunca habla y es la de una parte su juventud. Conozco los detalles felices de cuando él y mi abuelo me contaban sus batallitas, pero hay otros temas que al parecer dejó enterrados hace tiempo.

-¡Y folla mucho! - le escucho gritar justo antes de salir por la puerta.

Por dios...

Cojo el metro para llegar casa de Denna y al subir la rubia me abre con una sonrisa enorme mientras me da un abrazo. Veo que están ya allí mis amigos, Chiara, la compi de piso de Denna que es también un amor, y una pelirroja a la que no reconozco.

-¡Juanjo! – veo que grita Álvaro desde el balcón de la casa mientras se acerca a mi más eufórico de la cuenta- es que vas a flipar. ¡Vas a flipar! Bueno, yo sí que estoy flipando. Flipando y acalorado. Porque madre mía, qué cara tiene. ¡Qué cara! Y un brazo Juanjo... ¡Menudo brazo! ¿Y la voz? Como muy aterciopelada, ¿no? Es como que te atrapa. Vamos, que o haces algún movimiento ya o me lanzo yo. Aunque claro, ¿le gustarán los hombres? Denna no me ha dicho nada de ese tema.

-Álvaro. ¡Para! ¿Qué narices estás diciendo? - pregunto confuso sin entender toda la verborrea que está soltando por la boca.

Cuando va a contestarme, la puerta del baño se abre y alguien que me suena bastante aparece saliendo hacia el salón. Me mira estático frunciendo el ceño como si su cabeza se estuviese haciendo las mismas preguntas que la mía; pero él es el primero en verbalizaras.

-¿Y tú qué haces aquí? 

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