¿Puede acaso un borracho, drogadicto y terrible ser humano liderar algo más que su miseria?
Houston jamás imaginó que uno de los peores días de su vida lo convertiría en el juguete de un dios caprichoso. El 24 de julio marcó un antes y un después cu...
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El inicio de una trágica historia comenzó con un joven no tan joven, que recién se acababa de graduar de la universidad. Acabó siendo un cirujano. Ese hombre era Steve, actual miembro de la banda y uno de los más fuertes.
Cuando salió del evento de graduación, decidió celebrarlo sólo yendo por hamburguesas. Para él no era solo un lugar de hamburguesas baratas, para él era el lugar de hamburguesas que lo acompañó durante sus estudios. No eran tan costosas y él no poseía tanto dinero, pues trabajaba de mesero en un restaurante cercano a la universidad.
La noche era silenciosa.
Steve llegó al lugar de hamburguesas económicas y se notaba. El lugar estaba decorado con colores bastante llamativos, pero que se veían desgastados. Aparte, había pegatinas gigantes desgastadas de hamburguesas por toda la pared del local.
Entró y cada mesa era de un color verde, el cual no combinaba para nada con los colores de fuera. El suelo era de color negro y los meseros estaban vestidos de cangrejos. Sin duda, era un lugar bastante "exótico".
Se sentó en las sillas con forma de cajas de madera (lo eran) y esperó a que los meseros vinieran. Entonces llegó uno bastante amargado disfrazado de cangrejo y esperó la orden de Steve. —Deme la hamburguesa más cara de su menú—pidió Steve. El cama-rejo, tomó la orden y se fue de allí.
Le costó aproximadamente unos quince dólares, que fue el tiempo que tardó su hamburguesa en llegar. Ya con la asquerosa y grasosa hamburguesa servida en un plato azul, Steve la tomó. Observó el detalle de los aderezos escurriendo en su mano y las cuatro carnes que tenía.
Y, justo cuando estaba a punto de darle un mordisco, creyó escuchar un cerillo siendo encendido, por lo cual volteó. Efectivamente, una mujer de unos treinta años encendió un cerillo para prender la vela en un pequeño pastel. Al parecer se encontraba sola y se veía un poco triste.
Con amabilidad, Steve se levantó de la mesa. Lamió el aderezo de sus dedos y se acercó a la mujer. Supuso que era su cumpleaños, pero le preguntó. —Disculpe, señorita, ¿es su cumpleaños? —. La mujer que tenía al frente suyo tenía un rubio y brillante cabello rizado. Su piel morena se veía hermosa. Para Steve, era una mujer majestuosa. Sintió una extraña conexión sin siquiera tener una conversación decente.
La mujer sorprendida, le contestó. —Sí, si lo es—respondió.
—Feliz cumpleaños—felicitó a la mujer vestida con ropa bastante vintage.
—¡Oh, gracias! —dijo la mujer y, antes de que Steve quisiera irse, lo invitó a cenar con ella esa noche—¿No te gustaría acompañarme? —preguntó.
—Claro, ¿no te molestaría?
—En lo absoluto—respondió la mujer.
—Está bien, iré por mi hamburguesilla—comentó Steve alegre.