9. Primeros encuentros

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—Oh, mierda, ¡¡ya no puedo más con esto!! Creí que aguantaría un poco, pero ni eso puedo—comentó Houston corriendo junto a Steve en busca de Aiden

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—Oh, mierda, ¡¡ya no puedo más con esto!! Creí que aguantaría un poco, pero ni eso puedo—comentó Houston corriendo junto a Steve en busca de Aiden. Para sorpresa de nadie, Houston se cansó antes de completar cinco metros corriendo y, además, el dolor de piernas se apoderaba de él.

El barbudo parecía que moriría de un paro cardíaco. Su condición física era demasiado deprimente y, a duras penas, conservada.

Y, por el lado contrario, siendo la contraparte de Houston, Steve corría con facilidad. Era alguien sumamente ágil, rápido y con un cuerpo más delgado que el propio "líder". La diferencia entre los dos era abrumadora.

—¡Vamos, vamos! Deberías entrenar más tus piernas, señor—. Steve mantenía el paso de Houston, limitándose él mismo. Mostró una cara de duda con su mano en su barbilla. —Oiga, señor, ¿cuál es su nombre?

—¿No te lo dije allá en el puesto de periódicos?

—Creo que no.

—Ah, pues yo creí que sí.

—Pero no. Bueno, quizás y sí o quizás y no, la verdad no recuerdo. De todas formas, mi amigazo, dime tu nombre.

—Houston—respondió sin decir otra cosa ni andarse con rodeos.

—¿Houston? ¿Eso es un nombre o un apodo? Ja, ¿o es el nombre de un lugar de Estados Unidos?

—Es un apodo.

—¿Y tu nombre?

—Si te soy sincero, no recuero mi propio nombre.

—¡Pues que mente tan diarreosa debes de tener para no recordar tu propio nombre, Houston!

—¡Tú tampoco recordabas si te dije o no mi nombre, idiota! —exclamó Houston bastante enojado por la hipocresía de Steve. Este último mencionado aceleró su paso de una manera bastante bestial.

—¿¡Qué fue lo que dijiste!? ¡Es que no te oigo, disculpa!

—¡Eres un maldito pendejo, Steve!

Aquel recorrido de unos cuantos kilómetros parecía hacerse infinito para Houston, llegando a su límite desde los primeros quince segundos que comenzó a correr. No obstante, su esperanza de lograr completar el largo recorrido al edificio, revivió cuando miró a Steve parado al lado de una puerta de un edificio bastante alto. Y, por supuesto, ese era el edificio, al cual acababa de llegar.

Alrededor de la construcción enorme había un gran espacio lleno de puestos de comida, mesitas para desayunar y otras cosas, era como una pequeña plaza en forma de dona cuadrada, siendo el centro el largo edificio. La razón de este espacio tan vacío, fue idea de un alcalde de la ciudad de los locos para evitar demasiadas tragedias si este edificio se cayera. Todo esto lo sabía Houston, ya que se supone que vivía allí, solo que en la peor zona de la ciudad.

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