8. Disculpas, karaoke y alguien misterioso

54 22 22
                                    

Justo ahora, John estaba caminando con tranquilidad a quien-sabe-donde, sin percatarse de que William, el hombre con el que estaba molesto a muerte, lo seguía a él. Uno caminaba con calma y el otro solo lo acechaba.

Mientras William seguía a John, algo llamó su atención, algo que le recordó a la discusión que había tenido con John media hora antes. —Sé que miente, sé que a él le gustan esos libros... los libros de romance—dijo. Una enorme y extravagante biblioteca ubicada en frente suyo, hizo que ingeniera una idea. La biblioteca era grande, su puerta de cristal y las columnas estilo romanas la hacía ver hermosa.
—Definitivamente si algún día tenemos una cita de amigos, debo llevarlo aquí—expresó William con mucha felicidad. Olvidó que estaba con el objetivo de ver a donde iba John—¡Debo ir rápido, que lo perderé! —exclamó. Sin embargo, desde allí vio como John se metía a una pequeña papelería. —Creo que se quedará allí por un rato. De mientras... —observó con malicia la entrada de la biblioteca—tengo otros planes—agregó.

Postrado frente a la puerta y con una mano en la manija, se preparó para la absurda cantidad de títulos que miraría para realizar su plan. Abrió y un misterioso viento sopló en su cara, olía a... libros.

¡Era muy grande! Un laberinto de libro lo esperaba, también había una escalera que llevaba a, obvio, ¡más libros! Se sentía como un mar repleto de gloriosas páginas; mar donde se estaba ahogando.

Dio los primeros pasos con temor—Entonces, el plan es: Uno, buscar un libro que sea del agrado de John, dos, ir con John, tres, regalárselo y pedirle disculpas, cuatro, darnos un abrazo, cinco, ser mejores amigos, ¡estoy seguro de que funcionará! —con entusiasmo se adentró más a los inmensos pasillos. Se dio cuenta que cada pasillo contaba con un género diferente. —¡Ajá! Aquí están, libritos de romance, de mí no se van a escapar. Ohh, y hay muchos, ji, ji—encontró el pasillo destinado al romance—Empecemos—dijo mientras extraía el primero de la monstruosa estantería.

Ya extraído se fijó en la portada, presentaba un título raro. Leyó la sinopsis y se percató de su contenido: un nerd que enamoró a la chica más popular de su instituto—¿Nerd y popular? No, el merece algo mucho mejor—lo botó al suelo y extrajo el segundo libro.

Volvió a examinar con cuidado el contenido, resultando ser en algo diferente: Una nerd que enamoró al chico más popular de su instituto—¡¡Es lo mismo!! —exclamó William. Sacó un tercer libro y leyó con atención la contraportada, siendo un libro raro: Un nerd que enamoró a una nerd—¿Esto es en serio? —preguntó William con suma decepción. Finalmente, extrajo el cuarto libro, se fijó en la sinopsis de nuevo y encontró algo raro de verdad: una chica popular enamora a un chico popular—¡¡¡Esto debe ser una bromita!! —exclamó con enojo.

Duró un buen rato extrayendo libros, leyendo contraportadas y botando varios, ¡ninguno lo convencía!
Entre los cientos libros que botó, encontró de tipo secuestro, mafia, acosador, acosadora, bully y muchos otros, no obstante, ninguno llamó el interés de William para regalarle a John. —¡No puede ser que no haya ningún libro para mi amiguito! Waaahh—fingiendo llorar, extrajo un libro más. Incluso si ya en el piso había más de 150 libros, no se rindió. Vio una portada con dos hombres, con el título de “una boda de dos trajes”, luego, con detenimiento, leyó la atractiva sinopsis—Esto es... —terminó de leer—¡esto es genial! —El libro contenía una trama cliché pero atractiva. Dos hombres, uno que odiaba al otro, y el otro que quería al primero—Aunque es romance gay, no sé si le importe—puso su mano en su barbilla y lo decidió—¡lo llevaré! Espero le guste—dijo.

Salió radiando alegría de la librería, pensando en cómo él y John podrían ser amigos y vivir muchas aventuras juntos—El me odia... pero yo lo quiero, ¡Quiero que podamos ser los mejores amigos! —sus pequeños pasos hicieron que se acercara más a la papelería.
—¿Y sí no le gusta? —Estaba sobrepensando— ¿y si me odia más?... me da miedo—pensó con tristeza. Miró detenidamente el libro, suspiró y dijo—Por favor, haz que John ya no esté tan molesto conmigo—seguido de un besito lleno de dulzura, porque eso era William: dulzura. Sonrió y se llenó de seguridad.

La BandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora