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La lluvia caía suavemente sobre Musutafu aquella noche. La ciudad estaba envuelta en un manto de neblina, y el bullicio de las calles se había convertido en un murmullo lejano. En uno de los muchos bares que adornaban la ciudad, Valeria se encontraba al borde de la barra, intentando relajarse después de una larga jornada. Había llegado desde Argentina hacía unos meses, buscando un nuevo comienzo en Japón como heroína con poderes de hielo. La tarea de adaptarse a una cultura y un entorno completamente diferentes no había sido fácil, y esta noche, el alcohol era su único consuelo.
Enji Todoroki, un héroe de renombre y figura prominente en la sociedad, entró al bar con una presencia que atrajo la atención de todos. Su mirada fría y su postura imponente contrastaban con el ambiente casual del lugar. La gente se apartó para dejarle espacio, y él se dirigió hacia la barra, pidiendo una bebida con un gesto tranquilo pero decidido.
Valeria, atraída por la figura del héroe, no pudo evitar observarlo de reojo. Había oído hablar de él en las noticias y en los círculos de héroes, y su presencia aquí parecía casi surrealista. En un momento de valentía impulsada por el alcohol, decidió acercarse a él.
─ ¿Es cierto que puedes manipular el fuego? ─ preguntó, tratando de sonar casual a pesar de su nerviosismo.
Enji giró su mirada hacia ella, sorprendido por la atención.
─ Sí ─ respondió con voz grave ─, puedo controlar el fuego. ¿Y tú? ¿Es verdad que puedes crear hielo?
─ Sí ─ contestó Valeria, sintiendo un pequeño orgullo al hablar de sus poderes. ─ Mis habilidades están relacionadas con el hielo y la nieve.
La conversación fluyó con facilidad. Hablaban de heroísmo, desafíos y la vida en Japón. Valeria encontró en Enji una compañía inesperadamente encantadora, y él parecía genuinamente interesado en ella. La noche avanzó y ambos, impulsados por la conexión que habían encontrado y una atracción mutua, decidieron continuar la conversación en un lugar más privado.
La pasión se desató en la noche que siguió. El calor de sus cuerpos y el deseo que ambos sentían se fusionaron en un momento de entrega que ninguno de los dos había previsto. El contraste entre el fuego de Enji y el hielo de Valeria resultó en una combinación inesperadamente intensa.
Las semanas pasaron, y Valeria comenzó a sentir que algo estaba cambiando en su cuerpo. La inquietud creció cuando los síntomas del embarazo se hicieron evidentes. Decidió hacerse una prueba en una clínica local y la noticia fue confirmada: estaba esperando un bebé.
Con el corazón pesado y una mezcla de temor y esperanza, Valeria decidió enfrentar a Enji. La encontró en su oficina un día, buscando la manera de transmitir la noticia de la forma más clara posible.
─ Enji ─ comenzó, su voz temblando ─, necesito hablar contigo sobre algo importante.
